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Ciclismo | Vuelta 2007

De Hawai a Villacarrillo

McCartney ganó la etapa y los favoritos se reservan para hoy

Actualizado a
<b>DÍA TRANQUILO. </b>El pelotón esperaba escaramuzas porque el trayecto invitaba a las aventuras. Sin embargo, la escapada de once ciclistas calmó los ánimos por detrás.
jesús rubio

Se esperaban movimientos entre los favoritos, pero en la meta de Villacarrillo ganó un hawaiano, Jason McCartney, natural de Honolulu ("lugar de refugio"). Su historia es peculiar: a los cuatro años se trasladó con su madre de Hawai a Coralville, Iowa, y allí trabajó en una tienda de bicicletas. A los 15 años vio una carrera y decidió ser ciclista. Los campos infinitos de maíz le hicieron contrarrelojista (fue séptimo en Zaragoza) y el clima le hizo de hierro. Coralville es una pequeña ciudad del medio oeste donde las temperaturas en invierno no pasan de los cuatro grados bajo cero. En ese lugar de refugio se entrena Jason McCartney, americano de rostro y familia. Su esposa es farmacéutica y su hija pequeña se llama Ginger.

Como en otras ocasiones, lo más sobresaliente de la etapa se concentró en las peripecias vitales del ganador. Su origen nos hizo pensar en collares de flores y muchachas tocando el ukelele (un instrumento, musical), pero la realidad nos descubrió a un ciclista rubio y con sonrisa de granjero que fue corredor estadounidense del año en 2004, cuando ganó una etapa del Tour de Georgia y el campeonato de su país. Luego vinieron las malas rachas y, recientemente, una meningitis vírica que en primavera le alejó de las carreras. Ayer volvió y ahora le será más fácil encontrar equipo para la próxima temporada (desaparece Discovery).

Uno siempre se felicita por los ganadores de 34 años (y más), porque simbolizan la resistencia del viejo deportista sobre los jóvenes arrogantes, aunque no lo sean, y ofrece una esperanza para nuestras canas. Sin embargo, causa una cierta pena que la Vuelta se haya convertido en un homenaje continuo para velocistas y ciclistas sin cartel.

Es difícil decir por qué no se movieron los favoritos. El terreno era propicio y el kilometraje (207 km) añadía una dificultad extra. Pero nadie probó fortuna. Más que un problema de actitud, parece una cuestión de fuerzas, de pocas fuerzas. La temporada es muy larga y alguien dijo que septiembre es un domingo de 30 días. Y no hay guerras los domingos, no debería.

El caso es que Menchov está un poco más cerca de Madrid y todo se fía a lo que suceda hoy camino de Granada, en la temible etapa de Monachil. Hablamos de una jornada importante, pero la verdad es que la leyenda del trazado es muy reciente. Hace un año Vinokourov sorprendió a Valverde y le arrebató el liderato y la victoria final. En 2004 Monachil también descubrió un héroe, aunque de corto recorrido: Santi Pérez. Coronó en solitario y ganó en Granada. Poco después dio positivo y ha regresado en esta Vuelta después de cumplir dos años de sanción. Ocupa el puesto el 79º de la general, a 53:26.

Control.

Imaginando el escenario perfecto, hoy sería bueno para el espectáculo que los aspirantes tuvieran el aliciente de una victoria de etapa. Ayer cuajó desde muy temprano una fuga de once ciclistas, y eso mermó impulsos y ambiciones. No obstante, se entiende mal que equipos con aspiraciones entreguen el control de la carrera a Rabobank. Formaciones como Caisse d'Eparge, CSC o Euskaltel no deberían conformarse con un representante en la escapada. Así se lo ponen muy fácil al líder.

A falta de otras proezas, la fuga nos regaló un final emocionante, donde se repitieron los demarrajes y las escaramuzas. Todo apuntaba a un triunfo del alemán Schumacher, ganador (entre otras) de la Amstel Gold Race, y quizá por eso nadie perdió la ocasión de intentarlo. Fue tras un arreón de Gárate cuando McCartney se lanzó a por el triunfo, como si los olivos de Villacarrillo tuvieran algún parecido con los campos de maíz de Iowa.