Se queda tetrapléjico tras un encontronazo

Kevin Everett no volverá a correr por un campo de fútbol americano, ni a intentar un bloqueo con sus poderosos brazos, al tiempo que sus piernas como torres le sujetan al suelo para impedir que el rival gane metros con la pelota. A sus 25 años, ha quedado paralítico y su vida hoy corre peligro debido a un golpe que sufrió el domingo en un partido entre Denver Broncos y Buffalo Bills de la Liga de Fútbol Americano.
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La jugada en la que Everett se lesionó pareció rutinaria y hay docenas en cada partido. El jugador golpeó su casco con las hombreras de plástico reforzado que llevaba el corredor de Denver, Demenik Hixon, y se quedó sobre el terreno de juego en silencio. Sus compañeros de los Bills, acostumbrados a que es un hombre de pocas palabras, le pidieron que les hiciera un gesto con las manos o con las piernas. Nunca lo hizo porque quedó paralizado de hombros para abajo y no puede mover sus extremidades.
"Fue una lesión catastrófica y todavía su vida corre peligro", afirmó ayer el doctor Andrew Cappuccino, un cirujano especialista en la espina dorsal que el domingo operó a Everett durante cuatro horas. El mayor riesgo que tiene ahora es un fallo respiratorio, coágulos de sangre y las infecciones que pueden acabar con su vida.