Polideportivo | Rugby
Brown percute en la política
Gordon Brown es el último nombre de una larga lista de políticos con pasado en el rugby.
"Aquel que sea capaz de gobernar una melé, puede dirigir un país", afirmaba Jacques Chaban-Delmas, Primer Ministro francés durante el gobierno de Pompidou (1969-1972) e histórico ala del Stade Français, CA Bélgais y de la selección francesa.
Chaban-Delmas es un modesto nombre en la nómina de grandes dirigentes con pasado rugbístico. Gente que ha ocupado los cargos más influyentes del planeta como Bill Clinton y Juan Pablo II. Karol Wojtyla dejó su impronta de fornido centro con las selecciones inferiores de Polonia, mientras que Clinton mostró sus hechuras como segunda en la Universidad de Oxford y en el club Little Rock en Arkansas, donde impulsó la práctica del deporte oval. Otro personaje histórico, Ernesto Ché Guevara, superó su asma y se granjeó una fama de ala intrépido en la Universidad de Buenos Aires. En el lado más sordido de la historia, porque rugbiers hay de todas clases, aparece el sanguinario dictador ugandés Idi Amin, que formó parte de un combinado africano que se midió a los poderosos British Lions en 1955.
El último desembarco rugbístico en la política es el del escocés Gordon Brown, nuevo Primer Ministro inglés y delantero de la Universidad de Edimburgo. Gordon sufrió un desprendimiento de retina en su ojo izquierdo a los 16 años jugando al rugby, lo que le obligó a operarse hasta en tres ocasiones, perdiendo un alto porcentaje de visión en ese ojo. Brown recoge así el testido de otro ilustre habitante del número 10 de Downing Street, Denis, el marido de Margaret Thacher, que fue árbitro internacional. El rugby (re) percute en la política de nuevo.