"Adolfo Suárez me dijo: la transición la haces tú"
Era delegado nacional de Deportes en las elecciones de 1977. A sus 79 años está orgulloso del enorme cambio.


Hoy se cumplen 30 años de las elecciones democráticas, las de UCD. ¿También de deporte democrático?
También. Hubo dos transiciones: una, dentro de la transición política; y otra, la que Samaranch y yo hicimos en los últimos años 60, que acabó cuando renuncié como secretario general. Poco después se fue él.
Diez años después, tras su etapa como delegado nacional, también renunció, pero con un fruto sobre la mesa: la Ley del Deporte de 1980.
Nuestro objetivo era separar la política del deporte. En aquella época, el director general de Deportes era también presidente del Comité Olímpico Español. Pero eso creaba situaciones polémicas. El director general era un cargo político, pero el COE debía ser independiente. El primer caso de ruptura llegó con Alfonso de Borbón. Y luego con Carlos Ferrer Salat, que era presidente de la asociación de empresarios y fue vital de cara a Barcelona 92. Se hizo un esfuerzo económico que luego se plasmó en ayudas olímpicas y patrocinadores. Se creó el hábito de financiar el deporte.
Pero eso no es lo único que ha cambiado.
El gran reto era mejorar la técnica deportiva. Y ahí, España ha dado un vuelco tremendo en estos 30 años.
Y hemos pasado de los Nieto, Santana y Ocaña a los Nadal, Gasol o Alonso.
Los centros de tecnificación, los entrenadores, todo eso ha mejorado en un 100%. Lo que más me asombra es el nivel técnico medio del deportista español. El mejor ejemplo es el baloncesto. Está Gasol, una gran estrella, pero a su alrededor hay un nivel asombroso, como se demostró en Japón.
¿Cómo llegó a ser delegado nacional de Educación Física y Deporte?
La experiencia de secretario general (66-70) fue vital. Luego hice estudios para el Consejo de Europa. Me pagaron bien y cobré cantidades importantes, incluso por ser gallego.
¿Por gallego?
Realicé un estudio y el Consejo se interesó. Tenía que ponerle precio. Yo dije, pensando que en la vida pagarían eso, 'un millón de pesetas'. Me ofrecían la mitad. Y en una reunión en Bruselas un representante del Consejo me preguntó: '¿Usted es celta?' 'Bueno, soy gallego', le dije. 'Ya me parecía', contestó. Era de Gales (celta), le debí de caer bien y me dijo que en la reunión de Estocolmo me daría ese contrato.
¿Y cuándo se une a Adolfo Suárez?
Cuando era secretario general, Samaranch creó una comisión de Televisión y Deporte. Yo la presidía y Suárez era director de la Primera Cadena de RTVE. Luego, cuando Suárez formó Gobierno, me dijo: 'La transición la haces tú'. Era un hombre sin rigidez de ideas y muy pegado al terreno. También al terreno deportivo.
¿Lo sigue estando usted?
Poco. Como aficionado, sí, pero nada más. No conozco a Lissavetzky, pero me gusta por su interés y seriedad. Es un hombre al que le interesa el deporte. No como a otros.
¿Algún nombre?
Prefiero callar...
Lissavetzky tiene una difícil cruzada, la del dopaje.
A mí no me tocó lidiar con ese toro. El dopaje existía, pero no con la virulencia de ahora. Ni en la práctica ni en la persecución. Lo está haciendo bien, soy optimista.
¿También con Madrid 16?
También, pero eso de las elecciones tiene su intríngulis. Hay que ver cómo se constituye el COI y eso origina problemas. Ahí no hay elementos democráticos. Samaranch ya no tiene el peso que tenía. Pero opinar sobre eso me parece una frivolidad. No soy parte implicada.
Sí lo fue en la transición.
Un momento irrepetible.
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En el que todos remaron hacia el mismo sitio.
La Ley del Deporte se aprobó sin problemas y estaban el PSOE, AP, los grupos catalanes Existía voluntad de lograr acuerdos. Y no había radicalismos. Incluso gente del Movimiento renunció a puestos y a poder por el bien común.