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Tenis | Master Series de Hamburgo

En el Rolex de Federer se para la hora de Nadal

Un partidazo del suizo detiene a Rafa en la victoria 81

<b>LA RIVALIDAD DE UNA ÉPOCA. </b>13.500 espectadores colman la Central en Hamburgo. Una rivalidad marca época: Federer ante Nadal.
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Esta vez, el General Custer puso en fuga a Toro Sentado, que se marchó mustio a su refugio de Manacor, con la melena menos lustrosa y la piel algo más pálida. Pero debe quedar claro que, para que Custer/Federer no hiciera el papelón acostumbrado, el general de la camiseta roja necesitó la mejor carga del Séptimo de Caballería.

Y aún así, Federer/Custer puede estar seguro de que Rafael Nadal, gran jefe sioux de la tierra batida, no se va a quedar precisamente sentado a ver qué pasa en las praderas de París. La racha, la hora y el halo milagroso de Nadal se detuvieron en la victoria número 81, en su partido consecutivo número 20 sobre tierra batida en las últimas cuatro semanas y en la muñeca que exhibe el Rolex de Roger Federer. Parecerían razones de sobra para entregar la cuchara: pero no cuando se trata de Rafael Nadal. Entonces, ¿por qué sobrevivió esta vez el Custer de Basilea...?

La mano de Dios.

Decíamos ayer que, para ganar, Federer necesitaría la ayuda de Dios. Poner "la mano de Dios" hubiera sido perfecto. Hablábamos de dioses. Ahí va: si Federer volvía a caer ante Nadal en Hamburgo, lo suyo hubiese sido un acto de sumisión. Entonces el tenista perfecto y de mejor fondo de armario, se hubiese presentado esta semana en París como un emperador sin ropas, o un emperador chino encerrado en la Ciudad Prohibida por los guardas rojos. Un poco más que nada.

Y ayer en Hamburgo, en mucho menos de una hora, el tenista perfecto se sintió como George Armstrong Custer acorralado otra vez por las flechas superliftadas del gran jefe sioux de Manacor: 6-2, 1-1 y 15-40 para Nadal. Y, como pasó en los momentos críticos ante Moyá, el sábado, Federer decidió morir matando, con las botas puestas y mirando de frente. Puso su juego a la hora del Rolex, tiró de repertorio, y...

De repente, se le fundieron los plomos a Nadal. "Rafa no tiene forma de hacer puntos", pensaba Corretja en voz alta. La luz, las formas y el hacha de guerra de Nadal se habían esfumado en el suave tic-tac del Rolex del mejor jugador del mundo: Federer cargó con la reserva, entró dos metros en la pista y pasó al ataque directo contra el revés de Nadal, contra sus segundos saques, contra la escurridiza, cobriza sombra del guerrero de Manacor. Bastante castigado ya por Hewitt y por esos 20 partidos en cuatro semanas...

Y, con una mano que parecía la de Dios, Federer limpió líneas y ajustó cuentas con un brutal parcial de 11-1. Una para Custer. Pero Toro Sentado ya tiene listas las pinturas de guerra para París...

R. Federer: "Parecía que era imposible"

"Lo que ha hecho Nadal es algo absolutamente fenomenal, casi imposible: nadie sabe el esfuerzo físico que eso requiere. Parecía que era imposible que perdiese otra vez. No creo que él haya jugado mal. Yo he ido a por mis tiros y han entrado. Me hace sentirme muy bien cara a Roland Garros".

Rafael Nadal: "No puedo estar triste"

"Yo no puedo estar triste cuando acabo de hacer 81 victorias seguidas: el récord ahí queda para el que lo pueda batir, y el que lo ha cortado ha sido el número uno, el mejor jugador del mundo. Me sentía algo cansado, pero es normal y no es excusa. Llegaré bien a París".