Semifinales, a triunfo y medio

Si el Desafío busca eslogan, recomiendo: "Otros ganan las salidas. Nosotros, las regatas". Porque ayer volvimos a perder el arranque. Y eso obliga a navegar con el cuchillo entre los dientes, con el retrovisor de adorno. La bravata previa de Onorato, capo de Mascalzone, pareció, por un momento, surtir efecto. Los granujas no embarcaron ningún abogado, pero junto a Vascotto se situó el mano derecha de Dios (Coutts), de nombre Jes Gram-Hansen, de pasaporte danés y de oficio, experto en salidas. Madrugaron la salida al Desafío y en la popa italiana florecieron las sonrisas mientras se producía el cambio de tercio: Gram-Hansen cedía la caña al kiwi Cameron Dunn. La historia se repetía. La salida, asignatura pendiente de unos perezosos españoles, obligaba a plantear una regata a la contra, otra emboscada en popa. A morir, matando. A mí Sabino que los arrollo.

Además, ayer había mucho en juego. Demasiado. "El honor", advertía López Vázquez. "Los puntos", pensaba Zulueta. "La regata", maldecía Jablonski. Pero las ganas de Mas en proa, el instinto del Murciélago Mariño a 35 metros de altura y el músculo de Calvo, Frigo y compañía, convirtieron el trote del Desafío en galope. Aún así, Mascalzone montó primero en barlovento con 12 segundos.

Entonces llegó la popa, la cuesta abajo. Con 500 metros de spi portando a galope tendido, el Desafío atajó. Los granujas se desinflaron. España vencía la regata. Al final, Vascotto (los granujas también tienen honor) claudicaba: "Las matemáticas no son lo mío, pero no hay que saber de cálculo para entender que el Desafío mereció ganar". Vencer hoy casi nos mete en semifinales, donde ya descansan BMW y Luna Rossa. ¿Champagne? El supersticioso Carlo Castellano, que lo ha escondido, debería ponerlo a enfriar. Falta triunfo y medio.