Vela | Copa América
El Desafío Español vuela con Kiko Veneno
Cada mañana, antes de salir al mar, en la base española del Desafío Español (localizada en el punto cardinal N 39º 27'411'' W 000º 19'768''') se escenifica un pequeño y peculiar ritual. Mucha culpa de esa liturgia la tiene el grinder italiano Carlo Castellano, un simpático gigante napolitano que residió durante algún tiempo en Sevilla. Calvo, como se le conoce cariñosamente en el equipo, es muy supersticioso y tiene por costumbre plantar un beso a todos sus compañeros antes de subirse al barco. A los chicos, las chicas no están entre las afortunadas. Este ritual del beso ya lo hacía el italiano cuando formaba parte del equipo Il Moro di Venezia. Mientras Castellano recorre la base repartiendo besos, su cómplice, uno de los encargados de la electrónica del barco, concretamente Adrián Bresó, se encarga de que por megafonía suenen en primer lugar los clarines de una plaza de toros, después el mugido de una vaca y finalmente la canción talismán del Desafío: Volando voy, del cantautor Kiko Veneno. Elegida por Carlo, que durante su estancia en Sevilla se hizo fan de Veneno, la canción suena en la base española desde el inicio del Acto XIII.
Con la música atronando a toda pastilla en los altavoces de la base, la tripulación titular, que está formada por 17 regatistas, embarca en el ESP-97, mientras el resto del equipo, medio centenar de personas, junto a los periodistas y algunos invitados, despiden con una cerrada ovación al barco desde el pantalán.
Así, cada mañana, antes de cada travesía, el Desafío queda bendecido por los besos de Carlo y se anima con los acordes de Kiko Veneno antes de luchar por el triunfo en el mar.