Irlanda presenta en Gales su candidatura al título

Irlanda es un equipo corrosivo e implacable. Cualquier error rival lo cobra en puntos. Su proletaria defensa, contrasta con su aristocrático ataque cuando entran en juego sus celestiales centros (O'Driscoll y D'Arcy). Entonces el Don Simón se convierte en Vega Sicilia. Ayer Stephen Jones se dejó chulear una pelota en las inmediaciones de su zona de marca cuando el reloj no había consumido el primer minuto. Fue el primero de los 24 errores galeses. La jugada acabó con el talonador irish posando el balón en la zona de marca galesa. 0-5: un fallo, una emboscada. Jones canalizó su rabia en feroces patadas que llevaron a Gales a comandar el marcador (9-5). Ese fue todo el botín galés en el Millenium Stadium, la tierra de sus padres.

Fue partido de pico y pala (134 placajes y 120 rucks). O'Connell y su gente se remangaron ante los tiernos tres cuartos rivales. Gales exhibía una romántica ética de juego en la que no contemplaba la patada a palos como un recurso. Un solitario drop de Hook, que acabó acostado a la derecha de palos, fue el único atajo tomado por los dragones.

Plano

. Gales es un equipo, joven, bravo... y plano. Necesita aliñar sus ganas con talento. Paga el peaje de tener a Shane Willians lesionado, a Henson apartado y a Thomas sancionado. Mientras O'Driscoll y D'Arcy vivían emboscados esperando su momento. Disfrazados de laterales (O'Driscoll, 8 placajes), desataron su naturaleza extrema en un par de jugadas que exhibieron su pegada. El de Blackrock justificó su sobrenombre (Dios) con un ensayo tras un excelso contrapié. Delicatessen. Y D'Arcy dibujó dos feroces verticales que murieron en el hígado galés. Pero el puntillero fue O'Gara con un ensayo exterminador. Gales murió de pie e Irlanda avisó. Va en serio. Tiene oficio, cornás y hambre. Y Dios juega con ellos...