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Rugby | 100 años del flair francés

Champagne centenario

El rugby galo, preocupado por su juego a la mano, cumple 100 años

<b>BLANCO JUGANDO A LA MANO. </b>Una jugada, una postal, el mejor resumen de 100 años de rugby.

Repasar la historia del rugby francés es rememorar sus legendarios ensayos. Jugadas como la de Serge Blanco en la semifinal del Mundial 87 o el célebre ensayo del siglo, que hizo enmudecer Twickenham en 1991 cuando Sella, Blanco y Guy Camberabero enlazaron una jugada de 110 metros de recorrido que acabó con Saint-André posando el balón entre palos en la zona de marca inglesa. Instantes gloriosos del rugby.

Pero no siempre fue así. A mediados de los 50 surgieron dos personajes cruciales para el rugby galo. El flanker Lucien Mias, Doctor Pack, que renovó su juego de delantera con innovaciones como la "touch y continuación", y Jean Prat, Mister Rugby, que defendió "el rugby como un placer para los ojos... y para las manos". Una exitosa gira en 1958 por África del Sur significó el despegue. Prat inculcó a sus pupilos una peculiar filosofía: "Busquen el espacio libre, improvisen y jueguen a la mano. La melé es sólo un accidente". Como seleccionador, Prat alumbró el flair francés. Eso que Jean-Michel Aguirre definió en los 70 como "el desorden organizado". Pero lo hizo apoyándolo en una delantera a la que Prat bautizó como La Manada con gente como Walter Spanghero, Benoit Dauga y André Herrero, entre otros. Y en los 80 surgió el rugby de champagne con Blanco, Sella, Berbizier y compañía.

El rugby galo cumple 100 años, pero su primera gesta no llegó hasta la primavera del 68. Mientras Daniel El Rojo proclamaba 'Sed realistas, pedid lo imposible' por las parisinas calles de Saint Germain, Francia se hacía con su primer Grand Slam con Dauga, los Camberabero, Maso, Spanghero... Pero fue un triunfo agridulce porque el rugby galo aún lloraba la muerte en accidente de tráfico de Guy Boniface y Jean Micheal Capendeguy.

Fue su primer gran éxito y una liberación para el rugby, que transitaba por caminos tenebrosos. En aquel Cinco Naciones se posaron 19 ensayos, menos de uno por selección en cada partido. Pero Francia cambió el paso al rugby. Se llegó a decir que aquella retaguardia gala era "una Asamblea Nacional. Todos tenían voz y voto: la derecha, el centro, la izquierda y hasta los extremos". Francia ha regalado al rugby una decena de alas de talla mundial: Villepreux, Blanco, Lacroix, Sella, Lagisquet, Lepatey, Didier Camberabero o Jo Maso... Maso se ganó el reconocimiento jugando como apertura. Sin embargo, sólo actuó en esa posición cuatro partidos. Los suficientes para exhibir su magia, su espíritu indomable y esa creatividad que desarmaba defensas y encandilaba a la afición rival. El mejor atacante del mundo, decían... Pero "o te cortas el pelo, o adiós a la selección". Maso, hoy guardián del oráculo, gurú del flair que le legó Mister Rugby, aún luce melena. No cedió y fue apartado. Ahora Jo busca un discípulo al que entregar el testigo. Tras la retirada de Galthie, Michalak parecía el elegido, pero se desvaneció. Cien años y tres generaciones después (Maso-Blanco-Galthie), se busca alguien que traiga más champagne. Su rugby lo necesita. El mundo lo agradecerá. ¡Que siga la fiesta!