Golf | Ryder Cup
Europa se adueña de la Ryder Cup más española
Sergio García y Olazábal ya tienen la misma Ryder Cup. Sólo les faltaba eso para entrar a formar parte de la historia de esta santa competición, que desata pasiones en medio mundo. El triunfo de Europa ante Estados Unidos estaba cantado. Sólo faltaba contarlo. Aquí está.
La Ryder Cup es de Europa. Y con todo merecimiento. Ganó el equipo más fuerte, desde su líder espiritual, Colin Montgomerie, que sumó el primer punto del domingo en el hoyo 18, hasta Henrik Stenson, el novato que metió el putt del triunfo (green del 15 ante Taylor) unos minutos antes de las cuatro de la tarde. Europa se lleva por tercera edición consecutiva la Ryder. Algo que no había conseguido nunca y, además, igualando la mayor diferencia de puntos (Oakland Hills 2004).
El 18,5-9,5 refleja una superioridad manifiesta culminada con un domingo maravilloso, soleado en el cielo, embarrado en el piso. Ni la clara derrota de Sergio García, algo desfondado ante un gran Cink, le impidió lucir su mejor sonrisa (Cink hizo seis bajo par en 15 hoyos, chapeau). No culminó un pleno que hubiera sido histórico, pero su papel ha sido preferente en la Ryder, igual que el de Olazábal. El 3 de 3 del vasco es para quitarse el sombrero. Le pasó por encima a Phil Mickelson, el número dos del mundo, desde el principio. Su putt para birdie del hoyo 3, el green más elevado del campo, le permitía una sonrisa cómplice con los españoles que le seguían. "Me gustan los domingos de Ryder. Son excitantes", decía Emy, la mujer del zurdo yanki.
De fondo sólo se oían los alaridos de los irlandeses enloquecidos de atar con Monty, Clarke, Howell (cuatro birdies seguidos) e incluso con la resistencia de Karlsson. El sueco perdió dignamente con Tiger Woods, que finalmente ha ganado más que ha perdido sin resultados beneficiosos para nadie. Sírvase la referencia al número uno para significar que ni la presencia de Bill Clinton ni las lecturas de El Álamo de George Bush sirvieron para nada. Supieron perder. Es de agradecer. Incluso el rebelde DiMarco tuvo la genial idea de mandar la bola al agua por dos veces en el 18 para que el récord fuera efectivo. No tuvieron ninguna reacción durante la mañana. Los marcadores repartidos por el campo eran azules, del color de Europa. La Ryder también se gana en la grada, en los sonidos y en las caras que aparecen detrás de las cuerdas. Esta ilustre competición ha congregado a 160.000 espectadores en tres días.
La fiesta del golf fue española, e inglesa. Westwood es una delicia, cuatro puntos para él, otros tres para Donald, el arranque de Monty, la machada de Howell, la confirmación de Casey... ¿Y los irlandeses? Cosa aparte. Ya lo dijo Nick Faldo en la Sky: " No se puede jugar mejor". Y Lehman, el capitán América: "Me quito el sombrero con el juego de los europeos". Y eso que es calvo