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Ciclismo | Tour de Francia

Aquí, un valiente

El francés Calzati venció en solitario. Hoy, jornada de descanso

Actualizado a
<b>FELIZ. </b>Calzati cruza la meta con los brazos en alto y en la mano derecha la foto de su hijo.
jesús rubio

Sylvain Calzati (Lyon, 27 años) ganó en 2004 el Tour del Porvenir, un tour en miniatura para menores de 26 años que desde 1961 mezcla campeones y promesas jamás cumplidas. Lo conquistaron, por ejemplo, futuros vencedores de su versión gigante como Gimondi (1964), Zoetemelk (1969), Lemond (1982), Indurain (1986) y Fignon (1988). Y lo lograron también ciclistas de clase media, entre ellos nueve españoles, de Antonio Gómez del Moral (1962) a Egoi Martínez (2003).

Desde aquel lejano triunfo que le convirtió en dueño del porvenir, Calzati tuvo muchos problemas con el presente. De hecho, no volvió a ganar nada como profesional. Unas veces las lesiones; otras, los rivales. Algo parecido le sucedió a su padre, Christian, ciclista sin fortuna que coincidió en 1978 en el equipo Flandria Velda de Joaquim Agostinho.

Lo cierto es que el ciclismo francés no ha sido pródigo en victorias en los últimos tiempos, justo desde que la legislación del país se ha mostrado totalmente inflexible con el dóping. Pura casualidad. Tanto, como que los franceses brillen más en este Tour marcado por la 'Operación Puerto'.

Calzati se metió ayer en la escapada buena junto a Kessler, Zabriskie, Aerts, Calstrom y Halgand, cinco ciclistas de dar miedo. Alcanzaron una ventaja de siete minutos sobre el pelotón, pero cuando a falta de 40 kilómetros la diferencia se redujo a los cuatro minutos, todos se dieron por vencidos; todos, a excepción de Calzati. Su violento ataque a falta de 34 kilómetros fue una rebelión contra el destino.

Lo que más llama la atención es que ese gesto de valentía casi suicida tuviera que recibir la aprobación de su director de equipo, Vincent Lavenu, que estaba sentado cómodamente en el coche comiéndose (quizá) un bocadillo de choped. Esa es, precisamente, la perversión del pinganillo: la muerte de la espontaneidad.

Premio.

La ambición de Calzati y la sagacidad de su director tuvieron premio (y suerte), ya que los equipos de los velocistas no se pusieron de acuerdo en la caza. También les ayudó el pinchazo de Boonen y el bloqueo de Quick Step en favor de su líder. A falta de tres kilómetros para el final, ciclista y conductor ya chocaban las palmas en señal de victoria y en la última recta el héroe besó la foto de su hijo, aunque también pudo ser la de su padre. Segundo triunfo de un francés en ocho jornadas. Mera coincidencia.