El hombre que piensa en verde

Yo digo | Jesús Mínguez

El hombre que piensa en verde

Mientras unos afrontan (o afrontamos) las vacaciones pensando en verde, como los protagonistas del anuncio (verde de la botella de cerveza, claro), Rafa Nadal lleva pensando en ese color mucho tiempo. Pero no en el líquido elemento, sino en la hierba de Wimbledon. En la alfombra que tapiza el All England Club en la Catedral del tenis, el Wembley en versión fútbol; Madison Square Garden para el baloncesto o el boxeo; Alpe D'Huez del ciclismo o Augusta en golf. Piensa en ser el más grande en el escenario más grande. Y lo lleva maquinando desde que comenzó. Desde que en 2002 jugara aquí su único Grand Slam como junior y alcanzara unas semifinales en las que sintió el aura que envuelve a este torneo. Otra historia. Al niño se le preguntaba qué quería ser de mayor y contestaba: "Ganador de Wimbledon". Con 17 años se convirtió en el jugador más joven en llegar a la tercera ronda de este Grand Slam desde que Becker, otro monstruo, lo hiciera en 1984. Su historia de amor viene de lejos y suena extraña para un país en el que sólo Santana (hace cuatro décadas) y Conchita han conseguido ser campeones . Nos habíamos olvidado de que hay algo más allá de París.

Sólo hay un problema para que el sueño de Nadal se consume: Federer también piensa en verde... y en el ocre de la tierra y en el azul sintético y en ser el mejor de la historia. Si no fuera por este chico, el suizo sería una apisonadora. Es una máquina que sólo duda con Rafa enfrente. Y, llegados a este punto, sólo cinco sets separan a Nadal del sueño. ¿Alguien duda de que morirá por cumplirlo?