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Ciclismo | Tour de Francia

Vientos de guerra

McEwen tripite victoria en vísperas de una contrarreloj decisiva

Actualizado a
<b>CALMA ANTES DE LA BATALLA. </b>El pelotón rodó ayer sin sobresaltos en vísperas de la contrarreloj.
Reuters

McEwen tiene buen ojo. Un día se fue a comprar unas lentillas en Bélgica y se casó con la hija del dueño de la óptica. Aunque el líquido más usado entre los portadores de lentes de contacto se denomina Solución Única a nadie se le había ocurrido hasta entonces que eso incluyera el rapto de la dependienta. Como se ve, McEwen es un hombre práctico. Por eso es sprinter. De otro modo, se hubiera hecho escalador, un tipo de corredor en vías de extinción. Y es lógico: en este Tour los velocistas se repartirán 13 etapas, los escaladores pelearán sólo por cinco.

McEwen consiguió ayer su tercera victoria y ya suma once en nueve ediciones. Su victoria se volvió a fundamentar en el trabajo del fiel Steegmans, que como le siga acercando tanto a la meta llegará el día en que tenga que frenar en seco para no ganar a su jefe. Freire no tuvo opciones y finalizó sexto.

Quien se quedó de nuevo con la miel en los labios fue Tom Boonen, no se recuerda un líder más desesperado. Está tan enfadado que se ha declarado en lo que llamarían los italianos silenzio stampa; es decir, que si se le acerca un periodista lo estampa (en silencio). El belga, flamante campeón del mundo, se lamenta por las muchas victorias perdidas y por la pequeña ventaja que le toma McEwen en la clasificación de la regularidad. Ese es el verdadero objetivo de Boonen, que el año pasado tuvo que abandonar por una caída en los Alpes mientras vestía el maillot verde.

Son raros los belgas, pero tenaces. Desde que en 1953 se creó ese jersey para conmemorar el 50 aniversario del Tour, 18 belgas lo han vestido el último día, de Ockers a Eddy Planckaert, pasando por Merckx o Maertens. Aunque mucho más reciente que el maillot de la montaña (1933), la organización otorga la misma consideración económica para el ganador final de ambas clasificaciones: 20.000 euros.

La etapa tuvo, cómo no, sus escapados, sonrientes en el patíbulo. Fueron tres: Brard (campeón de Francia en las filas del Illes Balears), Geslin y Backsted, dos franceses y un sueco. El pelotón los engulló a falta de cinco kilómetros. En la persecución llamó la atención el enorme trabajo que hizo Juanma Gárate (Quick Step), en mi opinión excesivo para quien puede brillar en la montaña. Y este Tour no está como para quemar candidatos. Hoy, por cierto, quedará más claro quiénes lo son. Hoy habrá viento. De guerra.