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Ciclismo | Tour de Francia

Rozando el poste

Gálvez fue segundo y Freire, tercero. Ganó otra vez McEwen

Actualizado a
<b>SEGUNDA DE ROBBIE.<b> Robbie McEwen se convirtió ayer en el primer ciclista que repite victoria en este Tour. El australiano ya suma dos victorias y, además, se ha enfundado el maillot verde de la regularidad, que ya ganó en 2002 y 2004.
reuters

Todo eran buenos presagios: por un lado, la desgracia de Valverde, tan demoledora que nos debía ser compensada con una buena mano (la suerte son matemáticas); por otro, la llegada a la ciudad de San Quintín, donde Felipe II armó la del mismo nombre en 1557, en una batalla para mayor gloria de nuestras huestes, que en aquella época siempre pasaban de cuartos. El augurio no se cumplió, pero casi. Gálvez fue segundo y Freire, tercero. Ganó McEwen, que sumó su décima victoria en el Tour, lo que le convierte en el segundo ciclista en activo con más triunfos en la carrera, sólo por detrás de Zabel (12). El alemán, por cierto, pinchó en el último kilómetro (la mala suerte también son matemáticas).

La victoria de McEwen fue, por lo demás, extraordinaria, ya que se montó a lomos de su compañero Steegmans (espalda tipo portaaviones) para completar una remontada fabulosa, en la que se libraron, por poco, de la absurda caída de Julian Dean. El neozelandés, lanzador de Hushovd, se relajó tanto cuando dio por concluido su trabajo que le faltó encenderse un pitillo. Por suerte, no derribó a nadie y tampoco pareció demasiado magullado. No se rompió la clavícula ni nada.

Cuando vimos a McEwen en el podio (no nos perdemos uno), rodeado de bellezas (no nos perdemos una), acertamos por fin con el nombre del actor al que tanto se parece: Johnny Depp. El hecho de que el velocista es feo como una ardilla y el otro apuesto como un corsario no impide, en absoluto, la semejanza.

Los nuestros.

Respecto a los nuestros, además del meritorio intento de Gálvez y Freire, hay que consignar la estupenda etapa que completó Egoi Martínez, ex del Euskaltel y ahora en las filas del Discovery. Pendiente de todas las fugas, tuvo la habilidad, primero, de meterse en la buena, y, luego, de resistir en cabeza cuando la escapada se fragmentó. Aunque tenían el pelotón a un minuto a falta de 15 kilómetros, los fugados se dejaron la vida en un intento que, por ser vano, resultaba romántico y espléndido. Estuvieron cerca de tener premio, porque la indecisión del gran grupo dejó con vida a Egoi y Lefevre hasta los dos últimos kilómetros. Si a alguien le sorprendió el dorsal amarillo del español, que no se intrigue más: identifica al primero en la clasificación por equipos. En otros tiempos se los distinguía con una gorra amarilla y hace poco por ir vestidos como Armstrong.

La etapa de hoy, que transcurre por Normandía, es otro palizón de 225 kilómetros, que nos hace preguntarnos por enésima vez por qué se dan tantas oportunidades a los sprinters y tan pocas a los escaladores, que son los que verdaderamente cautivan a los aficionados y a las audiencias. Naturalmente, este comentario se autodestruirá si hoy ganan Óscar Freire o Isaac Gálvez.