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Ciclismo | Tour de Francia

Nos dejamos ver

De la Fuente logró el maillot de la montaña tras una valiente fuga

Actualizado a
<b>MALA CAÍDA. </b>Gómez Marchante se estrella contra el asfalto en la ascensión a la Cota de Kanfen. El ciclista del Saunier sufrió numerosas magulladuras.
Reuters

A la espera de la montaña nos distraemos con una mosca y se nos va la vista al decorado, al vestuario o al follaje, según. Así, nos paraliza la visión de espectadores subidos a una grúa para ver dos segundos de pelotón y no nos sorprende menos la parisina belleza de las azafatas, tan académica y gélida en el caso de las que acompañan al líder, que dan ganas de subirlas a un pedestal, en lugar de bajarlas del mismo, que suele ser el impulso habitual. Para que la ceremonia del podio sea todavía más aséptica, las bellas no besan, sino que manchan de colorete el moflete del recio campeón.

Incluso en esas condiciones hay tortas por subir al cajón. De lo que sea. Tal vez más destacable que ninguna sea la paliza que se dio ayer David de la Fuente (Saunier) en su esfuerzo por hacerse, al menos por un día, con el maillot de puntos rojos de la montaña, un jersey que pertenece a los españoles por flamenco y por historia. Vicente Trueba fue el primer ciclista en lograrlo (1933), Bahamontes coleccionó seis y Julio Jiménez, tres consecutivos. A pesar de tan gloriosos antecedentes, ningún español lo gana desde 1974, cuando lo conquistó Txomin Perurena, que, curiosamente, no era un escalador.

Por eso resulta gratificante el interés que despertó el asunto en el cántabro De la Fuente (Reinosa, 26 años), que en cuanto vio que otro español, el euskaltel Aitor Hernández (Ermua, 25), demarró en el kilómetro cero, salió en su busca. Ambos, con el mismo objetivo, se pelearon en los dos primeros puertos de tercera, al principio del recorrido. En la siguiente subida, en el km 187, ya no hubo color y De la Fuente aprovechó el impulso para abandonar a su compañero a su suerte, que fue mala (llegó último a meta, a 13:23). La misión del escapado fue entonces alcanzar la próxima montaña, la que le aseguraba el maillot. Y a eso se lanzó, consciente de que por detrás los equipos de los velocistas ya tocaban la corneta.

En esa cuesta decisiva, De la Fuente fue atrapado por Wegmann, hasta ayer portador del jersey. Pero el alemán llegó tarde, ya que al nuestro le bastó cruzar segundo la pancarta para obtener la única corona con puntas que reparte el Tour: la de rey de la montaña.

Justo cuando De la Fuente dio el trabajo por hecho, comenzó la escabechina. Hubo tirones, codazos y caídas. También ahí nos dejamos ver. Gómez Marchante, ganador de la Vuelta del País Vasco y en la segunda línea de favoritos (¿por qué no?), se fue al suelo al rozar su rueda delantera con la trasera de otro ciclista. Como hacer el afilador descabalga siempre a quien va detrás, Marchante se estrelló de nuevo contra la mala suerte. Hace un año otra caída le obligó a retirarse. Ayer, al menos, sólo perdió 2:45.

Por delante, el alemán Mathias Kessler tomó una ventaja que parecía definitiva porque en este Tour no hay equipo que mande ni siquiera en los sprints. El alemán entró en Luxemburgo (Gran Ducado con una extensión similar a la de Tenerife) y se presentó en la última recta por delante de los galgos, no más de 40 por una caída anterior. Kessler, pobre, fue atrapado a sólo 100 metros de la meta, mientras los velocistas retorcían sus manillares. McEwen se impuso a todos, aprovechando que a Hushovd, el mismo que fue herido en un brazo, se le salió un pie de la cala y pedaleó los últimos metros con una sola pierna. De no haber recuperado el maillot amarillo por las bonificaciones, Hushovd hubiera necesitado asistencia psicológica o directamente exorcismo.

McEwen (34 años) sumó su novena victoria en el Tour y Freire, encerrado, no pudo ser más que cuarto. Hoy volverá a intentarlo en una jornada que discurre por terrenos de la Lieja-Bastoña-Lieja y de la Amstel Gold Race, con un puertito a 2 km de meta. Prometedor.