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Ciclismo | Tour de Francia

Sangre en el Tour

Hushovd sufrió un corte al acercarse a la valla en pleno sprint

Actualizado a
<B>EL IMPACTO.</B>Hushovd pegó contra un guante de publicidad y sufrió un corte profundo. Llegó a meta, pero se derrumbó al final.
jesús rubio

Entre los motivos (cientos) por los que nos gusta el ciclismo está lo mucho que se parece, no a la vida épica, sino a la vida que pica. En este deporte, sus protagonistas no sólo están expuestos a los riesgos propios de su oficio (lesiones, caídas, directores, médicos) o a las más duras condiciones meteorológicas (lluvia, nieve o sol abrasador). También son amenazados por lo que podríamos denominar contingencias comunes, los mismos peligros que nos acechan al común de los mortales, desde la picadura de una abeja a la maceta que se precipita a nuestro paso.

Ayer, durante el primer gran sprint del Tour sucedieron una serie de hechos asombrosos. Para empezar, el líder, en plena lucha por mantener su maillot, sufrió un corte en el brazo derecho al impactar con una de las manoplas gigantes que regala una empresa de apuestas hípicas y que agitaba entusiasmado un espectador. El tajo, de cinco centímetros, fue tan profundo que la sangre salpicó a Freire al estilo de la Matanza de Texas. Ambos perdieron sus opciones de victoria. Hushovd terminó tendido en el suelo, como si le hubieran disparado, y Freire llegó como si acabara de sacrificar a un cochino. El Tour se apresuró a prohibir las manoplas, pero sólo en los dos últimos kilómetros de las etapas. Los patrocinadores son los patrocinadores.

Hubo otros accidentados. Tom Boonen, flamante campeón del mundo y en pugna por el jersey amarillo, se golpeó en los metros finales contra la cámara de un aficionado y terminó en el puesto 13º. Si resulta incomprensible que alguien asome medio cuerpo por la valla, con guante o polaroid, en este caso también parece raro que los velocistas apuraran tanto cuando la última recta tenía 550 metros de largo y nueve de ancho, como la T4. El sprint lo ganó el francés Jimmy Casper, hasta ahora famoso en el Tour por haber corrido con un collarín una etapa, en 2003, tras una caída. Gálvez, el único que se abrió en la llegada, fue sexto.

Que tanto Hushovd como Boonen no se disputaran ni la victoria ni las bonificaciones benefició a George Hincapié, nuevo líder. Quien fuera gregario de Armstrong sacó dos segundos de premio en un sprint especial y al final tuvo la suerte que le faltó en el prólogo, cuando perdió el maillot amarillo por 73 centésimas.

Hincapié, que luce apellido castellano con origen en el pueblo salmantino del mismo nombre, es hijo de un ciclista colombiano amateur que emigró a Queens, Nueva York. George (32 años) ha aprovechado su carrera al máximo: es propietario de una línea de ropa deportiva y de una empresa de motivación de directivos. No le vendrán mal estos servicios, ya que está entre los favoritos para ganar el Tour. Lo único que nos extraña es que se deje ver tan pronto.

Falta por consignar que ayer se registró la primera escapada del Tour, siete ciclistas, cinco franceses. Hay quien asegura que cuanto más limpia sea la carrera más importancia cobrará el ciclismo francés, al que no ha sido posible colocar a un compatriota entre los diez primeros de la general en las dos últimas ediciones.

La etapa de hoy, con dos puertos de tercera y tres de cuarta, es la segunda más larga del Tour: 228,5 km. Jornadas con este exagerado kilometraje, incluidas en carreras de tres semanas, no hacen otra cosa que machacar a los ciclistas en trazados que, además, no suelen despertar demasiado interés. No tiene mucho sentido poner a prueba la resistencia de los cuerpos cuando la regeneración del ciclismo ha de pasar, entre otras cosas, por la humanización de este deporte.

La llegada vuelve a ser apta para Freire, al que aconsejamos no seguir la rueda de Hushovd, no vaya a ser que se le salten los puntos. La recta final será otra vez amplia y diáfana. Miedo da.