Que la hierba es un territorio inhóspito para Rafa Nadal no es sólo una afirmación, sino una realidad porque hasta ayer sólo había jugado seis partidos (tres victorias) sobre ella desde que debutó en 2001. Un bagaje más que corto para atreverse a asaltar La Catedral de Wimbledon... Pero el caso es hacer camino para un día tener opciones. Ganar confianza. Sentirse cómodo.

De momento, ayer comenzó mejor que el año pasado. En 2005, tras ganar Roland Garros, probó en la pradera de Halle (Alemania) y cayó en el debut contra el local Alexander Waske. Este año, después de revalidar triunfo en París, se ha decidido por Queens, en Londres. Y esta vez no falló. Ayer derrotó al estadounidense Mardy Fish, colega de entrenos de Andy Roddick, que venía de rodarse y ganar un torneo menor sobre hierba (Surbiton).

Nadal mostró virtudes claves sobre hierba: no cedió su saque y se mostró muy seguro con el servicio. En el set inicial tuvo que llegar hasta el un tie-break que resolvió por 7/1. En el segundo, se colocó 3-0 y Fish le endosó el siguiente juego. A partir de ahí, se deslizó con comodidad hasta el 6-1. Una facilidad que le hizo a Nadal sentirse "orgulloso" de su estreno sobre hierba. "He servido bien y he cometido pocos errores, pero ahora hay que ir partido a partido", resumió Nadal, que luego perdió en dobles junto a Feliciano López contra los británicos Auckland y Delgado.

Hoy le espera un compatriota, Fernando Verdasco, que derrotó al coreano Hyung-Taik Lee por 6-2, 5-7 y 6-4. Con el madrileño, que puede darle guerra por su potente saque, se ha enfrentado tres veces y siempre le ha ganado.

Halle: Federer, en su salsa

Si alguien manda sobre la hierba, ese es Roger Federer. Ayer se lamió las heridas que Nadal le produjo en París consiguiendo su 37ª victoria seguida en esa superficie. Fue en Halle (Alemania) contra el indio Rohan Bopanna por 7-6 (7/4) y 6-2.