Ciclismo | Foro Ferrándiz-AS
"Eufemiano cobraba 36.000 euros a uno que ya no está entre nosotros"
Manzano protagonizó un encendido coloquio sobre dopaje en el Foro Ferrándiz-AS
El ciclismo vive instalado en el Estado de Presunción. Está por ver si de inocencia o de culpabilidad. El panorama ha cambiado drásticamente con respecto a hace dos años. Todo comenzó el 24 de marzo, fecha en la que Jesús Manzano denunció con todo lujo de detalles en estas páginas las prácticas del dopaje. "Han sido dos años a la sombra, recibiendo de todos lados. Dos años fastidiados". Pero la actitud estoica de Manzano no decae: "He sentido felicidad y alegría al conocer la redada, pero yo he dado más de cinco nombres y confío en que si no caen en esta ocasión, caigan en la próxima".
Enmendar.
Manzano se convirtió en el personaje más odiado del pelotón. Una gran parte de la prensa, la misma que hoy rebusca en su memoria detalles escabrosos, cargó fieramente en su contra. Hoy, cuando el tiempo ha dado la razón a Manzano, un sentimiento de culpabilidad se desliza desde la carretera a las redacciones. La Operación Puerto ha obrado ese cambio necesario: "Me han llamado de todos lados, menos de un periódico que sigue defendiendo intereses partidistas. Pienso que todo esto ayudará. Aunque estos días hay muchos deportistas que no dormirán tranquilos porque Fuentes lleva a más de medio pelotón". Manzano ha tenido pocos compañero de viaje en este duro trance. Uno, Guillermo Jiménez, director general de Deportes y presidente de la Comisión Antidopaje por entonces. "La etapa que ganaste hace dos años dio sus frutos y confío en que ahora ganes la carrera al dopaje. La ley debe proteger a quienes denuncian estas prácticas. Lo que no puede ser es que salgan todos de la cárcel sonriendo como Al Capone". Al Capone en esta historia es Eufemiano Fuentes, alias El Canario. Manzano revela su modus operandi con un mensaje cifrado digno de las páginas de sucesos: "Llamabas al 'Canario' y la 'paloma mensajera' traía el 'tarro de helados' con los 'rotuladores". Traducción: Fuentes les hacía llegar a través de alguien el termo con las ampollas.
Otro de sus compañeros de viaje ha sido Juan Antonio Gutiérrez, redactor de AS repudiado por el pelotón como Manzano. Utilizando el carácter farmacológico del escándalo, se podría decir que entre Guti y Manzano hay química. ¿Pasaste miedo? "Claro que sí, Guti. Por teléfono me llegaron a decir: 'Te vamos a aniquilar'. Detrás de esto hay mucho dinero y gente con mucho poder".
Comienza las preguntas el decano: Juan Manuel Gozalo. Arranca bravo, de cara, pero dejando una sensación de mea culpa que salpica a periodistas y aficionados. "Somos unos cínicos. ¿O es que creemos que en la última semana del Giro se han subido los puertos con agua mineral, lechuga y pollo a la plancha? Manzano, tú eres tan pecador como el resto". El ciclista no rehúye el cuerpo a cuerpo: "Yo he pecado, claro que lo he hecho". Julián Redondo, de La Razón, también tiende con tibieza la mano a Manzano antes de solicitar los nombres de esos deportistas con los que se cruzó en la Clínica del doctor Merino. Manzano sale del entuerto por el atajo de la incertidumbre: "No puedo sepultar a nadie dando su nombre, pero puedo afirmar que cuando salga la lista de deportistas relacionados con el dopaje, nos vamos a sorprender".
Manzano se gusta cuando Alfredo Relaño se interesa por los costes del dopaje. "Fuentes cobraba 36.000 euros a un ciclista que ya no está con nosotros (el nombre del Chava Jiménez revolotea por la sala), pero yo lo único que he pagado son los 3.000 euros que costaban las palomas mensajeras. Y encima no trataron bien el producto en Francia y por poco no lo cuento. Me lo descontaban de la nómina".
El fuego cruzado se inicia cuando Víctor Cordero, director general de la Vuelta, pide la palabra: "Jesús, no me sale felicitarte. Eras libre cuando decidiste denunciar, pero lo hiciste tarde y mi ética me hace defender a los que no se dopan, porque has generalizado". El ciclista no regala un centímetro: "De la gente del Kelme con la que he compartido habitación, no se salvaba ninguno. Bueno sí, Cuenca, que tenía problemas. Al meterse EPO la sangre se le espesaba y se le dormían las piernas. Y para arreglarlo le daban Prozac. Al final le echaron con un año de contrato. Y en mi grupeta todo el mundo tomaba algo". Cordero vuelve a la carga: "El problema es que los ladrones son más listos que los policías". Contrataca Manzano: "Tengo que felicitarte por detectar los positivos de Santi Pérez y Heras, pero a mí no me cogistéis y corrí toda la Vuelta dopado". Se acabó el lenguaje cifrado, los espías han dejado sitio a los pistoleros.
Relaño pondera la importancia de las declaraciones del ciclista en el proceso policial que se ha venido desarrollando en los últimos meses: "El testimonio de Jesús Manzano ha servido de mucho. Y también quiero destacar el papel de otro gran protagonista, el fiscal italiano Guariniello. No habrá personajes en la cárcel, pero han caído las caretas. Me gusta que el ciclismo siga, pero que siga limpio. Al ciclismo le ha ocurrido lo que a Manzano. Empiezas un día sin saber por qué y al final... Lo positivo es que Manzano ha podido salir y yo confío en que al ciclismo le ocurra lo mismo. No creo que el dinero de Occidente esté dispuesto a financiar escándalos de dopaje".
Antonio Alix, periodista de Eurosport, se interesa por su relación con el entorno del Kelme. Y Manzano desvela una historia en la que quedan retratados todos los poderes fácticos del Kelme: "Recuerdo que al llegar al hotel tras retirarme en el Tour del 2003 tuve un enfrentamiento muy grande con Vicente Belda. Le dije que no podía seguir así. Estuve todo el día sin orinar, los médicos me dieron un diurético y fue entonces cuando logré ir al baño. Subieron y me sacaron sangre. Pero antes, en el Hospital francés al que me llevaron, recuerdo perfectamente a Joan Mas diciendo: '¡Que no se diga nada, que estamos en Francia! ¡Que no se diga nada, que estamos en Francia!'. A la mañana siguiente se dejaron en la habitación del hotel tres frascos de tapa verde (cortisona). Ese era el cuidado que tenía el médico del Kelme". Manzano advierte que en aquella ocasión la organización del Tour estuvo especialmente pendiente de los de Belda: "Para el Tour de Francia siempre nos preparaban algo especial. Y algo raro tuvo que ver la organización en el 2003 porque pasábamos control todo el equipo al final de cada etapa. ¡Y lo hacíamos sin ganar nada! Pregúntenle a Jean Marie Leblanc el porqué".
El protagonismo aparca el tono guerrillero de su discurso para tender la mano a una concurrida y cualificada audiencia que ayer sí le escuchó. Cosas veredes, amigo Sancho... El de Zarzalejo arranca fuerte y atenúa su discurso hasta lanzar un salvavidas a los directores de equipo: "El deportista tiene pecado, pero los primeros que entran en el juego son el médico y el director. El ciclista no pide a nadie doparse. El director y el médico se lo imponen. Pero no hay que generalizar. Hay gente como José Luis Laguía que pasaban de la farmacopea y te decían: 'Si hoy andas, bien. Y si no, ya andarás mañana'. Aunque muchos otros te decían, 'Llama al Canario".
Un médico aprovecha el alto el fuego para interesarse por por las dificultades para conciliar el sueño de los ciclistas tras ser dopados. Manzano arranca las risas del respetable con su sinceridad: "¿Que si dormíamos bien? Por supuesto, nos daba reinoles para dormir". Es hora de ponerse serios. Toca echar la vista atrás. Al principio del todo. Antes de pasarse al Lado Oscuro: "Todo empezó en la concentración con Kelme en el segundo año. El médico me dijo: 'Te vamos a dar unas cositas para trucar el motor'. Era EPO. Luego te vas enterando con el tiempo de lo que te dan, porque algunas cosas traen precinto y otras no".
En esos instantes el acto cobra una nueva dimensión. Y no por culpa de Manzano. El secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissavetzky, hace acto de presencia. Ha madrugado su salida de Estepona para estar presente en el Foro. Es la primera vez que Manzano y Lissavetzky se ven las caras. Robin Hood ante Ricardo Corazón de León. Con AS como maestro de ceremonias, Pedro Ferrándiz como anfitrión y una decena de medios de comunicación como testigos de excepción.
Lissavetzky calla y calibra durante un buen rato el grado del coloquio. Sólo entonces toma la palabra. Una afilada pregunta de nuestro compañero Chema Bermejo hace relamerse a los periodistas presentes: ¿Por qué surge ahora la 'Operación Puerto' y no se ha esperado unos meses para poder aplicar la nueva ley y elevar las penas sobre los imputados? Lissavetzky resopla. Debuta con un Miura. "Primero porque hay una colaboración entre los cuerpos de seguridad y los ministerios, pero cuando la Guardia Civil tiene indicios de delito debe entrar en acción. Segundo, espero que la ley sea aprobada en octubre, pero mientras, la Guardia Civil debe seguir trabajando a su ritmo. Y tercero, porque no soy un insensato y no dormiría tranquilo si durante los meses que se necesitan para aprobar la ley, siguen estas prácticas y se pone en peligro la vida de los deportistas. No se puede jugar a la ruleta rusa". Lissavetzky sale airoso del envite y la prensa ya tiene la versión oficial. Todos felices.
Relaño saca la muleta a pasear: "El dopaje no se ha inventado para subir montañas, porque Ben Johnson también se dopaba. Lo hacen para competir. Hay casos como el de Chava o Pantani que demuestran que esto no acaba bien. Todo esto conduce a la muerte del ciclismo profesional porque las casas comerciales se han distanciado. El PNV apostó por el Euskaltel y el PP se vio en la obligación de fomentar la entrada de Illes Balears y la Comunitat Valenciana".
El coloquio atardece con la tempestad amainando. Manzano ha dejado de ser el blanco fácil del zafarrancho mediático, aunque Redondo le envía un último arreón al cuestionar si su marcha del Kelme no fue por un problema económico. Jesús prefiere convencer a someter: "Mi salida del Kelme no es por una cuestión de dinero. Mi mujer y mi madre me insistían en que no tomara tantas cosas y al final, la salud está por encima del dinero".
Ayer una gran parte de la prensa capituló ante Manzano mientras se relamía las heridas de una batalla de la que pocos han salido bien parados. Pero Manzano no es rencoroso, aunque Gozalo siga barruntando que "se ha ganado una batalla, pero se perderá la guerra". A veces retroceder dos pasos es avanzar uno. Muchos han sabido hacerlo. Tres caras simbolizaban el éxito del evento. La del orgulloso Manzano, la del reconocido Guti y la del satisfecho Lissavetzky. El ciclismo vive en Estado de Presunción. En AS denunciamos la culpabilidad y ahora apostaremos por la inocencia. Gracias Manzano y mucha suerte, compañero.