Vela | Copa del América
La trastienda de los F-1 del mar
132 años de dictadura norteamericana, presupuestos descomunales, espionaje, tecnología, viejas rencillas...
En su edición del 23 de agosto de 1851 The Times cuenta que la mañana del viernes en Cowes despertó con una suave bruma y que el América tuvo problemas en la salida y partió último. Pese a ello, ganó. 155 años después Valencia alberga otro desembarco de los desafiantes. Allí Ernesto Bertarelli, El Príncipe Suizo, observará cómo once aspirantes se baten buscando una plaza en la Copa del América ante su Alinghi.
Al lado de Bertarelli estará Kristy, su mujer (imagen de la derecha), pero no Russel Coutts: Dios. Abandonó el sindicato helvético alegando causas económicas y se comenta en los pantalanes que prepara el retorno a Nueva Zelanda. Coutts nunca escondió su enemistad con Chris Dickson, patrón del finalista de la pasada edición, el BMW Oracle, que paga Larry Ellison. En 1987 Coutts fue descartado por el sindicato neozelandés (llegaba como campeón olímpico en Los Ángeles en Finn), que prefirió a Dickson. Años después, en 2000, tras lograr el 4-0 ante el Luna Rossa y encadenar nueve victorias seguidas, entregó el timón al joven Dean Barker. Dejaba pasar la oportunidad de igualar el récord de triunfos de Charlie Barr (1889-1903). ¿Por qué? Nunca se sabrá, pero el padre de Barker había esponsorizado a Coutts en su camino hacía el oro olímpico. El joven Dean ganó la quinta y definitiva regata y Coutts emigró al Alinghi, al que luego dejó quasi huérfano. El quasi es por culpa de Jochen Schuman (tres oros olímpicos y una plata). Un experto en match race que se ha cubierto las espaldas fichando al experimentado táctico kiwi Peter Evans. Evans no viene sólo. Con él llegan su mujer, que habla español, y sus dos pequeñas. Será su quinta Copa del América, primera bajo pabellón suizo. Antes lo hizo con Nueva Zelanda y Japón.
El desafiante favorito es el BMW Oracle, al que llaman Titanic por su presupuesto mastodóntico (169 millones de dólares por 100 del Alinghi), que ha visto cómo se bajaban del barco John Kostecki en Valencia y Gavin Brady en Suecia. ¿Dickson? ¿Quién sabe? Los kiwis del Emirates New Zealand han recurrido a la vieja fórmula: leyenda al mando, promesa al timón. Si Blake y Coutts funcionaron en el 95 y 2000, ahora esperan repetir con Grant Dalton y El Protegido Barker. El cuarto Grande, el Luna Rossa, vuelve a contar con el respaldo de un mecenas, en este caso el gurú de la moda Patrizio Bertelli. Antes contó con el respaldo de Gianni Agnelli, el príncipe Karim Aga Khan o Raúl Gardini y la hollywoodiense puesta de largo del Moro a cargo de Franco Zefirelli en la plaza de San Marcos de Venecia. Al mando Francesco de Angelis y a la caña Tiburón Spithill, quizás el caña más agresivo hoy en día.
Entre los outsiders, el Desafío español, cuarta aparición, con una popa de Babel: timonel polaco, Karol Jablonski; táctico neozelandés, John Cutler; navegante yankee, Matt Wachowitz; y estratega español, Luis Doreste. ¿Mejor actuación? Dos quintos. Por detrás, el Mascalzone (Granuja) Latino de Vicenzo Onorato ("El barco es como una mujer. Hay que ir descubriéndola poco a poco"), con Vasco Vascotto en la caña y el navegante español Nacho Postigo en popa. Vascotto presume de haber ganado a Coutts. Pocos pueden. Otros nombres ilustres copan el resto de desafíos. Entre ellos, Jesper Bank y Thierry Peponet. Sólo gana uno, porque como el Comodoro del Royal Yacht Squadron, el Conde de Wilton, le dijo a la Reina Victoria en el atardecer de aquel 22 de marzo de 1851: "Majestad, aquí no hay segundo".