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Audiovisual | Televisión

Las bajas audiencias de los JJ OO siembran el pánico en EE UU

La NBC teme una catástrofe en Pekín 2008

<b>FRACASO. </b>La mala actuación de Bode Miller, una de las causas de las bajas audiencias en EE UU.

La vuelta a Nueva York desde Turín de los ejecutivos, periodistas y equipos de la cadena de televisión NBC les enfrenta a la realidad: la cobertura de los Juegos Olímpicos de Invierno ha sido un fracaso.

La cadena ha tenido menos espectadores que el programa American Idol, una especie de Operación Triunfo pero sin maestros de academia, que cuando ha estado en el aire a la misma hora que los deportistas han arrasado en audiencias. Para colmo, la cadena apostó antes de viajar a Italia por los éxitos de Michelle Kwan y de Bode Miller y los dos han fracasado. La patinadora llegó renqueante a Turín a causa de una lesión y tuvo que retirarse antes de saltar al hielo. Y el esquiador ha perdido en las cuatro pruebas que ha participado y ha sido una de las grandes decepciones de estos juegos.

La pelea.

Tampoco ha ayudado en nada el comportamiento de Chad Hedrick y Shani Davis, dos patinadores de velocidad, cuya rivalidad fuera y dentro de la pista de hielo ha alejado a los espectadores de la televisión en vez de acercarlos. Davis, de raza negra, ha acusado a Hedrick, un blanco, de no reconocer sus éxitos. La tele, en vez de explotar el pique, ha tenido miedo de que degenerara en un asunto de racismo con las montañas de Turín como escenario. También aspiraba a que la rivalidad entre EE UU y Canadá en hockey hielo fuera una de las atracciones y, sin embargo, ninguna de las dos selecciones ha hecho nada. El desastre culminó con los 14 millones de audiencia registrados de la ceremonia de clausura, la más baja en la historia de unos Juegos.

Ante la situación, la NBC se ha planteado incluso revender sus derechos de emisión de cara a Pekín 2008. Al final, la cadena ha apostado por una estrategia de renovación, no porque confíe en el producto sino porque el precio es alto: unos 894 millones de dólares por unos Juegos que llegarán a Estados Unidos con 13 horas de diferencia. Y eso en la era de Internet es un gran reto televisivo porque el norteamericano, como el resto del mundo, ve a sus atletas cuando sabe que han ganado o tienen posibilidades.