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Ciclismo | Vuelta a Qatar

El desierto de Qatar, pista de rodaje para medio pelotón

Una vuelta sin espectadores, pero con grandes premios.

<b>CARAVANA FANTASMA. </b>El pelotón ciclista cruza por delante de una refinería petrolífera. La mayoría del tiempo sólo ven el desierto.
reuters

Hoy finalizará la prueba sin duda más exótica del calendario profesional, la Vuelta a Qatar. Una carrera que nació hace un lustro para promocionar los Juegos Asiáticos, que se celebran este año en esa nación del Golfo Pérsico.

Y como en este país de petrodólares no se andan con racanerías, contrataron a los organizadores del Tour de Francia para que montaran su carrera. El ciclista que gana una etapa en Qatar se lleva 1.650 euros, y el vencedor de la carrera, aparte de un gran premio en metálico, recibe como trofeo una joya: un barco de plata con motivos en oro.

Grandes premios para una carrera sin público. Los ciclistas ruedan por excelentes carreteras asfaltadas por medio de un desierto pedregoso, donde sólo de vez en cuando se ve una casa a la lejanía. Ni siquiera en la capital se paran a ver el paso de la caravana. Sólo en la meta, donde les esperan los jefes, bien instalados en sus casetas, degustando zumos y aperitivos. No hay afición en Qatar. Apenas hay bicicletas en un país donde la gasolina está muy barata.

Pero a los equipos europeos les va bien para rodarse esta prueba con etapas muy cortas y totalmente llanas. El punto más alto de este país, que tiene una extensión parecida a la Comunidad Murciana, es una colina de 105 metros de altitud. Las medias suelen rondar los 45 km/h y todas las etapas acaban al sprint.

Allí el principal problema es el viento. Si sopla a favor se ha llegado a alcanzar una velocidad punta de 80 km/h. Si da de costado se forman los más colosales abanicos.