El colegiado suspende el choque antes del final

El España-Italia de cuartos de final de los Juegos del Mediterráneo fue una ópera bufa, una vergüenza para el fútbol y para los Juegos. Ganó España 2-1 en medio de una batalla campal y sin que el partido finalizase porque Lopes Ferreira tuvo que dar el encuentro por acabado minutos antes de los 90 reglamentarios después de expulsar a cinco italianos. Los españoles se pusieron a celebrar la victoria. Es difícil ver una razón para volverse loco por ganarle una farsa a seis contrarios y bañarse en agua y gloria. Un triunfo de vergüenza, porque además el 2-1 fue un gol que sólo hubiese aplaudido Capello, conseguido cuando Vantaggiato, autor del 0-1, estaba en el suelo después de haber recibido una patada.

Nadie se salvó de la bronca. Italia no cambiará. Italia será siempre una selección sin ninguna pretensión estética. Vaya con sus estrellas o con un grupo homogéneo de 18 chicos nacidos en 1984 que pertenecen a clubes intrascendentes. Pero, en esencia, esta Nazionale era igual que todas. Porque es su liturgia y su forma de concebir el fútbol. Gente que lleva un gen para provocar broncas y montar escándalos por todos los campos a los que acuden.