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Golf | Masters de Augusta

Dedicado a Earl, el padre que luchó en Vietnam

Está enfermo y no fue a verle.

A Tiger Woods se le saltaron las lágrimas, sí, a ese perfecto ser fabricado a imagen y semejanza de los compradores de Nike, de los miles de afroamericanos que quisieran ser Tiger alguna vez en su vida. Como lo soñó su padre Earl, combatiente en la guerra de Vietnam, y que un buen día decidió que su hijo iba a ser el mejor jugador del mundo. Hace dos años fue intervenido a corazón abierto, por lo que su habitual presencia tras los pasos de Tiger ha menguado mucho en los últimos meses. Earl está hora muy enfermo, más que nunca, de ahí las lágrimas de un Eldrick (así se llama Tiger) que no se emociona fácilmente: "Este torneo es para tí, papá", dijo mirando a la cámara, a la suya, a la del piloto rojo encendido, como si lo hubiera hecho toda la vida. "Está luchando, está luchando. No le ha sido posible estar aquí. Su salud no está bien. Esa es la razón por lo que hice 63 golpes en el Doral, justo el día de su cumpleaños. Pensar en él me ha dado un poco más de fuerza para la pelea".

Tiger Woods plasmó en el desempate todo lo que ha venido trabajando desde hace dos años, fecha en la que el bloqueo mental le dejó a expensas de un swing demasiado frágil. "He pegado una madera 3 de salida perfecta, luego el hierro 8 ha sido magnífico, y he acabado con un gran putt". Los grandes axiomas del golf de Woods conjugados en tres sencillos golpes, imposibles para cualquier mortal.

Las distancias, los campos, los diseños, los bunkers, las bolas y los palos cambiaron en tres o cuatro años para adaptarse a Tiger, a lo que había llamado la 'Nueva Dimensión'. Esa mutación acabó por revertirse, fue utilizada en su contra. El golf le dio con un portazo en las narices, si bien jamás ha dejado de ganar, pero es que a él no le bastaba con eso: "Probablemente me causó más satisfacción el primer Masters que gané en 1997, pero éste título también es especial puesto que es el primero que consigo después de mi cambio de swing", dijo el domingo cuando la noche se cerraba sobre Georgia. Él varió el rumbo de su deporte sabiendo que un día debería hacer lo mismo con su juego. Ya lo ha conseguido.