Ciclismo | París-Roubaix
El barro hará más temible aún el Infierno del Norte
Flecha parte entre los favoritos de esta clásica
En el ciclismo el infierno no es de fuego, es de agua, de barro y se sustenta sobre adoquines. Son ya 103 ediciones de la París-Roubaix desde que se empezara a disputar en 1896 para ganarse muy pronto un inquietante sobrenombre: el Infierno del Norte. Este año aún será peor. Las previsiones meteorológicas anuncian lluvia y eso significa que los ciclistas no podrán rodar por los bordes de los infames tramos de pavés. El barro les frenará y tendrán que aventurarse por el medio de esas estrechas carreteras abombadas, donde a veces faltan adoquines, donde crecen briznas de hierba entre ellos, donde cualquier pedalada en falso, cualquier frenazo te hace ir al suelo para engrosar la estadística de la docena de accidentes con fractura habituales en esta carrera.
Hay una asociación que lucha por preservar estas angostas carreteras de uso agrícola del siglo XIX. Si existen es por la París-Roubaix y los organizadores, los mismos que el Tour de Francia, se esfuerzan por hacer girar antinaturalmente el recorrido para pillar estas rutas del pasado. Este año han reunido 26 sectores, 54,7 km en total. Son 259 km para ver ganar a un superhombre que tenga fuerzas para superar el pavés, decisión para meter la bicicleta y afrontar en cabeza los inicios de los tramos, habilidad y técnica para no irse al suelo, y suerte para no ser víctima de uno de los múltiples pinchazos.
Entre los favoritos hay un español, Juan Antonio Flecha. No sucedía tal cosa desde que Miguel Poblet quedara segundo, en 1958, y tercero, en 1960. Flecha fue 13º el año pasado y esta es la mejor clasificación de un ciclista español en la París-Roubaix desde hace 45 años.