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Loeb, el campeón austero

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Es una suerte poder haber sido testigo de cómo Michael Schumacher ha reventado el récord de títulos mundiales que poseía Juan Manuel Fangio. Algún día podré decir "Yo lo vi" y no como con el Chueco, al que sólo le he podido seguir por vídeos y libros. Y lo mismo que me ha pasado con el alemán me va a suceder con Sebastian Loeb, el campeón del mundo de rallys de 2004, un piloto que, estoy seguro, va a ser el mejor de la historia y que va a pulverizar los registros de Kankkunen y Makinen (cuatro mundiales cada uno). Cuando ves pasar a este francés por una curva parece que va despacio. No derrapa, carece de espectacularidad. Utiliza técnicas de conducción más cercanas a las de un circuito que a los rallys. Eso le permite ganar un tiempo en cada curva que sus rivales pierden cuando el coche está de costado. Frena más tarde y acelera antes.

No discuto que las ayudas electrónicas favorecen esta técnica de conducción, pero históricamente las virtudes del coche han permitido la evolución del pilotaje. O las aparentes desventajas, como la tracción delantera del viejo Saab V4 de Stig Blomqvist que le permitió ser el precursor de la conducción del coche frenando con el pie izquierdo y que explotó al máximo años después con la tracción total del Audi (fue campeón del mundo en 1984). Incluso Loeb ha mantenido esa austeridad en la conducción sobre el hielo y la nieve convirtiéndose en el primer no escandinavo en vencer en el Rally de Suecia (un récord que ha durado 53 años). Allí derribó otro mito, el del sueco Bjorn Waldegard, maestro del pilotaje sobre hielo de casi todos los grandes campeones del mundo y cuyas técnicas después del paseo del francés ya no son infalibles.