Malestar creciente en la afición

Malestar creciente en la afición

Poco a poco se va convirtiendo en un clamor. Cuando comentas con aficionados la marcha del equipo se percibe con nitidez el creciente desencanto. Se manifiesta, así, de forma tan perceptible, entiendo porque fueron demasiadas las falsas expectativas que nos creamos durante la pasada pretemporada. En lo que no hay unanimidad es en repartir las culpas. Abundan los aficionados que responsabilizan de la mayor parte de los males a César Ferrando por no haber sabido, a estas alturas del campeonato, articular ni un mediocampo ni tampoco un ataque con las mínimas garantías, a pesar de los refuerzos con los que contó desde el primer momento. Hay, además, quienes disculpan al entrenador por las lesiones que hemos sufrido y arremeten directamente contra el bajo rendimiento de los jugadores. Probablemente, en unos y otros encontraríamos las verdaderas razones del paupérrimo juego que estamos practicando.

La desazón de la afición rojiblanca está plenamente justificada. Tan difícil es comprender el galimatías táctico del entrenador como el bajísimo estado de forma de jugadores que prometían, como son el caso de Álvaro Novo o Musampa. Tampoco es cuestión de personalizar, porque lo cierto es que en el mediocampo son muy pocos, por no decir ninguno, los que se pueden salvar. A todo esto habría que añadir que nuestras bandas son dos auténticos eriales, donde es urgente plantar la semilla del buen juego de una vez por todas. Lástima que auténticas perlas como el majestuoso Perea o el talentoso Fernando Torres no tengan compañeros en esta plantilla que estén a su descomunal altura futbolística.