Es un crack rebelde, un tipo que no gusta en la casa blanca por sus actitudes, que tiene cuentas pendientes con el palco del Bernabéu y que pasa factura cada vez que visita al Real Madrid. Su venganza son sus goles, que cada vez empequeñecen más a sus enemigos y a quienes no le aceptan. Es un futbolista especial, un genio del fútbol, un diablo con el balón en los pies, imprevisible, rápido y espectacular. Etoo, el Balón de Oro africano, es una joya que encajaría como anillo al dedo en el Atlético de Madrid. Da el tipo de jugador que levantaría pasiones en los graderíos del Calderón. No quiero ni pensar lo que haría vestido de rojiblanco y con Fernando Torres a su lado. Eso sí que sería una pareja galáctica. No me extraña nada que Enrique Cerezo y Miguel Ángel Gil anden recontándose el dinero de los bolsillos para ver si les llega para pagar a Etoo. Eso sí que sería poner las bases de un gran equipo.

Hasta el Caño Ibagaza reviviría con la compañía de Etoo, con quien ya compartió éxitos cuando los dos brillaban en el Mallorca. Etoo sí daría credibilidad al próximo proyecto Atlético. Y ese debería ser ahora el desafío del club: conseguir las formas de financiación para que la operación se pueda hacer realidad. La afición rojiblanca acabó deshinchada la temporada por el desastroso final. Un equipo con el Niño, Etoo e Ibagaza les devolvería la ilusión. Seguro.