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La historia de la eurocopa | Italia-1968

Italia se hizo con la tercera edición

Por vez primera hubo grupos clasificatorios. En Praga se produjo el milagro cuando los irlandeses derrotaron a los checos dando a España la clasificación. En cuartos de final chocaron los campeones del Mundo y de Europa con victoria inglesa sobre los españoles. En la primera final de Roma, un árbitro suizo despojó a los yugoslavos del triunfo. En la repetición, triunfó Italia con árbitro español.

Bernardo de Salazar
<b>SOLITARIO GOL.</B> En las semifinales sólo se marcó un gol; el de Dzajic ante Inglaterra en Florencia.

Por fin se incorporó la selección de Alemania Federal a la lucha por la Eurocopa. Sólo Islandia quedaba al margen. Esta vez eran 32 los equipos alineados en la salida y la UEFA decidió que hubiese ocho grupos clasificatorios cuyos campeones disputarían los cuartos de final. El sorteo, contemplando cabezas de serie, tuvo lugar en Zúrich el 23 de febrero de 1966.

Italia, Bulgaria, Unión Soviética y Hungría no tuvieron problemas para lograr su clasificación, pero en el resto de grupos no se resolvió hasta la jornada final. La inesperada derrota ante Eire de los checos en Praga clasificó a los españoles. Un empate sin goles de Alemania frente a la modesta Albania dio el pase a los yugoslavos. Inglaterra tuvo que conquistar un empate en Escocia para conseguir su clasificación y Francia se encontró con duros rivales en Polonia y Bélgica.

Los cuartos de final también depararon eliminatorias emocionantes. A duras penas se clasificaron los italianos en Nápoles frente a la práctica dureza búlgara. La Unión Soviética superó en Moscú, en el último minuto, los dos goles de desventaja cosechados en Budapest. El duelo entre los campeones mundiales y europeos, Inglaterra y España, se cerró en Wembley con mínima ventaja británica gracias a un gol de Bobby Charlton obtenido en el minuto 85. El Bernabéu fue una auténtica caldera para el partido de vuelta, que un gol de Amancio convirtió en volcán en erupción. La desgraciada lesión de Gallego (todavía no existían las sustituciones) dejó a España en inferioridad que los ingleses aprovecharon. Sólo Yugoslavia resolvió con comodidad.

La organización de la fase final se le adjudicó a Italia. El sorteo dispuso que plavis y pross se enfrentasen en el Comunale de Florencia, mientras los anfitriones recibían a los soviéticos en Nápoles. Un español, Ortiz de Mendíbil, fue el juez de la primera semifinal y una rigurosa decisión suya, la expulsión de Mullery por entrada peligrosa (todavía no existían las tarjetas), inclinó la balanza del lado de los balcánicos quienes lograron por medio de Dzajic su condición de finalistas.

En el San Paolo, cerca de 70.000 tifosi animaron a la squadra azzurra sin éxito. Ciento veinte minutos de juego y ni un solitario gol que alterase el marcador. No había tiempo para jugar otro encuentro de desempate (tampoco se había inventado lo de los penaltis) y una moneda consiguió lo que no habían logrado los exaltados espectadores.

El 8 de junio, en el estadio Olímpico romano que presentaba un magnífico aspecto, un árbitro suizo despojó a los yugoslavos de un merecido triunfo. En la repetición triunfó Italia.