El infierno verde del viejo Nurburgring

Fórmula 1 | GP de Europa

El infierno verde del viejo Nurburgring

El infierno verde del viejo Nurburgring

AS dio una vuelta al antiguo trazado alemán junto a Pedro de la Rosa

He cumplido un sueño: rodar en el viejo circuito de Nurburgring, el Nordschleife. El infierno verde, inaugurado en 1927 y en el que Nuvolari, Fangio y Jackie Stewart firmaron sus páginas más gloriosas. Una pista que, junto a su lado sur (sobre el que se hizo el trazado actual), sumaba 28 escalofriantes kilómetros, 172 curvas, saltos, curvas ciegas y sin escapatorias. Un recinto sólo para valientes que se cerró para la F-1 después del pavoroso accidente de Niki Lauda con su Ferrari en 1976. Salvó la vida de milagro y gracias a la intervención de sus compañeros, pero no deja de dar escalofríos pasar con un coche a 180 km/h junto a Bergwerk, la curva de su accidente.

El evento organizado por Mercedes comenzó el miércoles e incluía una vuelta con un 320 Sport Coupé. Pese a llevar el control de un instructor, pudimos apreciar la enorme fe que exigía conducir aquí. Y el valor que hay que tener para afrontar todos los baches y badenes con el coche desequilibrado. Pero el plato fuerte llegaría un día después: hacer los 21 kilómetros actuales junto a Stefan Muck, piloto del DTM alemán y en un aparato ya considerable: un Mercedes AMG C55, de 400 CV. Fue como una montaña rusa, pero aún quedaba una sorpresa, la aparición de Pedro de la Rosa.

Con el patrón. El catalán nunca lo había probado y no le dejaron pilotar. Primero rodó con Norbert Haug, patrón de Mercedes, que un año hizo segundo en las 24 Horas de Nurburgring. Después con Stefan Muck, y con AS en el asiento de atrás (con arnés claro). Al bueno de Muck le dio por lucirse ante un piloto de F-1 y se empleó a fondo.

Empezamos en la pronunciada bajada de Hotzenbach, unas rápidas enlazadas que se dan a más de 180 km/h (¿A cuánto las haría Lauda?). Llegamos a Flugplatz, un badén. El Mercedes despega (los F-1 saltaban medio metro), De la Rosa respira hondo. Le sigue una curva a derechas en la que hay que frenar con el coche desequilibrado: "No quiero ni imaginar que este chico empiece a pensar en su novia, nos recogen cachitos". Tocamos la tierra, el guardarraíl se acerca. Turno para Adenauer Forst, otra bajada espeluznante, contraperaltada. Cogemos los doscientos y hacemos un rápido zigzag. Muck corrige en la siguiente subida coronada por una ciega. Pasamos Bergwerk, famosa porque a su salida se estrelló Niki Lauda. Y, de repente, a la llegada al famoso Carrusel Caracciola (un peralte al que hay que hay que tirar sin piedad el coche), Pedro mira atrás y dice: "Tenemos compañía". Es Klaus Ludwig, el que fuera mejor piloto del mundo en Turismos, que lleva otros dos periodistas y nos hace un interior de libro.

Nervios. Muck se pone nervioso y empieza a colarse en las curvas. Va vestido de piloto, mientras Ludwig conduce tan tranquilo con su jersey rojo. "Ahora sí que la hemos cagado", dice De la Rosa, mientras nuestro hombre tira el Mercedes al Carrusel del Cisne. Antes nos hemos atragantado con otras rapidísimas enlazadas de Brunchen a Pfanzgarten. Me duele todo, pero tengo la sonrisa tonta de la velocidad. Recta de meta. A fondo, 250 km/h. Última chicane, vamos pasadísimos y Ludwig tan campante. Llegamos al final. "Es que Klaus es un gran conocedor del circuito", se disculpa Muck, mientras que nosotros comprobamos que tenemos todos los huesos en su sitio.