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Un plus de autoestima

Siempre se ha dicho que Juan Carlos Ferrero no rompió antes como extraordinario jugador de tenis por problemas de confianza, de cierta timidez, que minimizaban sus grandes virtudes. Si ese diagnóstico fuera real, la de ayer es una victoria con un gran valor terapéutico. El valenciano, renqueante, desconfiado por el dolor que le provoca una fisura en una costilla flotante, fue más fuerte que la torpe oposición de Tommy Haas y demostró que los campeones no se van de Roland Garros a las primeras de cambio.

Este triunfo supone para él un cargamento de autoestima y le abre la posibilidad de renovar el título que ganó el año pasado ante el holandés Martin Verkerk. Sí, ya sé que Federer, Moyá y Coria parten en mejor forma, pero tampoco se debe desdeñar el detalle de que Ferrero llega, si olvida de una vez por todas esta maldita lesión, más fresco que sus rivales. Y un Grand Slam como Roland Garros es, sobre todo, una prueba de resistencia a siete partidos. Moyá lleva ya disputados 45 encuentros, mientras que Federer está en 36 y Coria en 35. Ferrero disputó ayer su match número 21. Ese es un filón a explotar. Como es dogma en el buen optimista ver siempre la botella medio llena, el valenciano debe aprovechar ahora el lado positivo de su larga ausencia de las canchas.