El gol del cojo
Como los campeones no se rinden, Juan Carlos Ferrero saldrá a partir de hoy a defender el título conquistado en Roland Garros el año pasado. Tiene una fisura en una costilla flotante que no le deja moverse con la rapidez necesaria pero su voluntad también es de hierro y, además, afronta su torneo favorito. Por eso, esperando que su mejoría sea progresiva a lo largo de la competición, debe salir a marcar eso que en los 60 en fútbol se llamaba el gol del cojo, suerte que se producía con cierta reiteración cuando se lesionaba un jugador y, al no haber cambios, el entrenador lo dejaba, casi inmóvil, en el ataque para ver si pescaba algún balón y lo convertía en gol. Ferrero debe pescar hoy una difícil pieza alemana llamada Tommy Haas.
No será la primera vez que Ferrero solvente difíciles partidos en inferioridad física. No hace falta rebobinar mucho la moviola para ver cómo en el último Open de Australia ganó al italiano Volandri tras sufrir un espasmo muscular en la espalda y superó al rumano Pavel y al marroquí Arazi con problemas en el abductor izquierdo. Al final cayó en semifinales ante Federer porque ante el suizo hace falta dar más del cien por cien para ganar, pero de ese precedente cabe extraer la enseñanza de que en el valenciano se puede confiar. Con Haas ha jugado dos veces y en las dos ha ganado. A partir de ahí, puede ir recuperando una confianza (no juega desde el pasado 19 de abril) que le puede llevar a su tercera final consecutiva. El reto le atrae y es más fuerte que el dolor.