El Depor amortaja a un Celta moribundo

Sin ensañamiento ni rencor. El Depor cumplió el expediente y el Celta se desangró solo. Hoy el Espanyol puede firmar una dura pena: un año en Segunda. El Deportivo arrancó jugando a la pelota y el Celta, al fútbol. Los locales le quitaron importancia al choque ante un rival hipertensionado. Los blanquiazules no querían hacer sangre, aunque se encontraban en el escenario del crimen. La defunción celeste comenzó a firmarse en una jugada con un desenlace muy gallego, gol en propia meta de Sylvinho. A mí no me mires, que yo no he sido. Los de Irureta pasaban de presuntos homicidas a testigos directos y en la sonrisa de Valerón durante la celebración del tanto se escondía más alivio que satisfacción.

El segundo tanto lo fi rmaron dos tipos con antecedentes en afrentas vecinales. Fran, gallego, y Pandiani, uruguayo (con el pasaporte te dan un doctorado en derbys). El charrúa enganchó a la red un pase del capitán y provocó las primera lágrimas viguesas. Sin tiempo para recuperar la compostura, Munitis no desaprovechó un sensacional pase de Sergio. El gol fue ampliamente festejado por el santanderino, que el fútbol es para disfrutarlo y los goles para celebrarlos (sobre todo después de la amarga campaña vivida por el cántabro). Debe ser ingrato el trabajo de verdugo. Colecciona enemigos, pero nadie repara en los méritos contraídos por sus víctimas para llegar hasta el cadalso. La historia dirá que el Depor apuñaló al Celta, pero no dirá toda la verdad. Entre todos lo mataron y ella sola se murió. Al Celta lo sentenció el esfuerzo de la Champions, las disputas monetarias con su presidente, las fi estas nocturnas y la falta de compromiso con un escudo al que han dejado en inferioridad en muchos partidos de esta Liga.

En la segunda parte el deportivismo era testigo entre el gozo y el respeto, de cómo el Celta se desangraba lentamente. Berizzo echó el último borrón en las tristes páginas del diario celeste agrediendo a Munitis y viendo la roja. La estocada del Deportivo tiene una pinta muy certera. Bien colocada, profunda y hasta la bola.

EL DETALLE: EL DERBY NÚMERO 50 JUGADO EN A CORUÑA

El encuentro que se jugó ayer en Riazor era el derby número 50 que se disputaba en A Coruña. Once en el actual estadio deportivista.

"El público metió mucho a nuestro equipo en el partido. Al Celta le ha podido la presión. Es una de las victorias más agridulces de mi vida. Me senté porque vi que el partido estaba claro y no tuve que hacer el esfuerzo de otros días. Existe rivalidad, esto es el fútbol en su máxima expresión. Fue un partido abierto que decidimos. Mi máximo deseo en este momento es que el Celta se mantenga en Primera. Me parece que Moncho Carnero se ha comportado de forma caballerosa".

"En quince minutos tuvimos un despiste defensivo y ya nos marcaron el primero. Después ya se hicieron con el partido. A la afi ción sólo puedo darle las gracias y pedirle disculpas. De momento, no está todo perdido. A ver qué hace el Espanyol. Parte de culpa la tienen los jugadores y otra la tengo yo. Quiero asumir parte de culpa, porque cuando las cosas iban bien todo eran alabanzas y tampoco era tanta la cosa. El equipo se puso como un flan tras el gol".