La víctima preferida

El Depor ha adquirido la sana costumbre de derrotar a los equipos grandes que pasan por Riazor, especialmente al Real Madrid, que ya acumula doce visitas estériles al coliseo coruñés. El retrato robot de la víctima propiciatoria de los de Jabo es el de un equipo que sale a jugar, al que el paso de los minutos lastra sobremanera y que no incluye la paciencia entre sus virtudes definitorias. A groso modo, ése fue el Real Madrid de anoche. Un equipo acuciado por la necesidad y extremadamente irritable.

Irureta analizó el contexto galáctico e incidió sobre la utilidad de los contragolpes. Sergio volvió a cuajar otro partidazo ante el Madrid, como en el Bernabéu, y Tristán (ojalá este gol destierre el mal de ojo que parecía cargar) siempre ofreció soluciones a sus compañeros. Todo ellos aderezado con la torería y el criterio exhibicionista de Djalma. Así, en una contra, llegó el gol local. Un tanto que adquirió mayor relevancia con la expulsión de Zidane.

Esta victoria es un buen síntoma de cara al decisivo choque del martes, porque evidencia que el Depor maneja un repertorio ofensivo variado en el que cree ciegamente. Ante el Oporto tendrá que cargar las alforjas de paciencia y echar mano de su mejor catálogo de quites, en el que se incluye la zurda de Capdevila...