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Premiar los méritos

Como cada año, los rumores comienzan a florecer a cerca de qué deportistas serán candidatos al permio Príncipe de Asturias de los deportes. Supongo que el hecho de que sea más fácil, a priori, tener una opinión sobre méritos deportivos que sobre merecimientos científicos o literarios, por ejemplo, favorecen tan peculiar efervescencia primaveral. El caso es que circulan rumores de que Reinhold Messner puede entrar en esa crema de elegidos para optar a tan prestigioso galardón. Si se produce lo celebraré por todo lo alto, pues sólo desde la envidia o la ignorancia se le podrían regatear méritos a quien es, sin duda, el mejor alpinista de la historia y uno de los grandes de la aventura de todos los tiempos.

Messner ha logrado triunfos inimaginables para la época en que los consiguió. Pero sobre todo fue un pionero, un precursor, una de esas mentes imprescindibles capaces de decirnos y demostrarnos que se puede, que se debe, ir más allá. Sólo cabría lamentar que tal reconocimiento se produjese tan tarde, cuando la plenitud deportiva de Messner concluyó a mediados de los años ochenta; lo cual, por otra parte, vendría a demostrar una vez más el retraso que evidencia nuestro país a la hora de valorar el deporte de aventura en general y el alpinismo en concreto.

Por otro lado, los Príncipe de Asturias suelen elegir a deportistas en activo o que muy recientemente han dejado su actividad. En caso de querer romper esta dinámica, es decir, si lo que se busca premiar es una trayectoria o una vida entera -perdónenme por poner un ejemplo tan sangrante para los madridistas, aunque podría poner otros muchos- no se entiende que el premio de deportes más prestigioso de España no haya reconocido a Di Stefano. Pero es que además, justo en este momento, tenemos en nuestro país a varios de los himalayistas más en forma y con más historial deportivo del mundo.

En sus diecisiete ediciones, desde 1987 al 2003, se han concedido diez premios a extranjeros por siete nacionales. Este papanatismo es tan antiguo como español, es cierto, pero ya va siendo hora que se abandone y se enjuicie con mayor seriedad, sin chauvinismo, pero también sin complejos. Por ello me gustaría adherirme a un comentario que hizo José Ramón de la Morena en El Larguero hace unas semanas acerca de que el jurado del Príncipe de Asturias no debiera esperar mucho más para fijarse en Juan Oiarzábal. Ser el único hombre en haber escalado 20 ochomiles debiera ser suficiente mérito. Pero es que además Juan posee el valor añadido -me atrevería a decir que incluso más importante que la mera cantidad de cimas y escaladas- de seguir en activo a una edad en la que en el resto de los deportes ya no es posible. Y eso en una actividad deportiva que combina, me atrevería a decir que sin parangón con ningún otro, la capacidad de sacrificio, el trabajo en equipo y la asunción de riesgos. Juanito es todo un ejemplo de deportista.

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Sebastián Álvaro es el director del programa de TVE Al Filo de lo Imposible.