Ahí están las cifras. Ahí están las audiencias. En la página 33. Un excelente trabajo de Iñako Díaz-Guerra. La liga regular de la ACB tiene un interés relativo. Mucho para los 500.000 entendidos y escaso para los millones de aficionados. Desde luego el interés que despierta no es como para movilizar al Consejo Superior de Deportes, que tiene la representación del Estado, para que interceda ante TVE, so amenaza de no comenzar la competición. ¿Tanto lío para que luego un Pamesa-Tau, que fue segundo contra primero, lo vean 499.000 personas? ¿O para que ocupe el puesto 230 a día de hoy en la clasificación del año de las transmisiones deportivas?

La ACB ha dado por finalizada su liga regular con una audiencia media de 678.318 telespectadores. Esta media es superada por: carreras y entrenamientos de Fórmula 1 y Motos, Copa Davis, once programas de Jara y Sedal, los Europeos de Triatlón y Balonmano, el Rally de Montecarlo, cuatro etapas del París-Dakar, incluida la jornada de descanso, Mundiales y Europeos de Patinaje Artístico, la ascensión al Kilimanjaro de Escuela del Deporte, la París-Roubaix, nueve etapas de la Setmana Catalana, Vuelta a Murcia, Valencia y Mallorca, Al Filo de lo Imposible, los Mundiales indoor de Atletismo y el Ferrero-Johansson en diferido del Open de Australia.

Esta es la atención que despierta el baloncesto durante siete largos y tediosos meses. ¿Y nos extrañamos de que la ACB haya conducido a los clubes a la ruina y echado a los aficionados de las pantallas? Ahora Portela, su presidente, busca soluciones con la reducción de equipos. Pero no se plantea ni quitar extranjeros, como si no fuera poco la obligatoriedad de dos en cada equipo, ni suprimir los playoff. Esto le suena, en su fundamentalismo, a pecado de lesa humanidad. Pero es, sin embargo, la única puerta por la que puede volver la afición. Porque la liga regular, tal y como está concebida, la rechazan los aficionados al deporte. ¿Hacen falta más pruebas?