Un derby a doble o nada
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Enfrentarnos al Real Madrid siempre tiene unas connotaciones especiales porque está en juego nuestro, tantas veces, mancillado orgullo. Ganarles justifica, en ocasiones, toda una temporada. Sin embargo, en el momento actual, el derby tiene un interés añadido. Perder supondría, en nuestro caso , arruinar gran parte de las opciones con las que contamos para jugar la UEFA. Y en el suyo, descolgarse de la lucha por el título. Teniendo en cuenta que no clasificarnos para Europa sería un estrepitoso fracaso y que ellos necesitan ganar la Liga para maquillar el año más desastroso de la era Florentino, es fácil deducir que estamos ante un choque realmente especial. Lástima que Torres, por su irresponsabilidad, vaya a seguir teniendo como asignatura pendiente demostrar su clase ante los blancos y darse la íntima satisfacción, como atlético de corazón que es, de contribuir con sus goles a derrotarles.
Sin el Niño y sin Ronaldo, el derby pierde dos de sus grandes alicientes en el terreno de juego, pero no los únicos. Menos mal que jugamos en un Calderón donde las gradas volverán a reflejar la ciclópea dimensión de una hinchada única y donde el equipo está ofreciendo su mejor cara. Esperemos que el sábado siga siendo así. Desconfiemos, por último, de la crisis que atraviesa el rival. Saben lo que se juegan y enfrentarse al Atlético siempre les da una motivación extraodinaria.