Con dos caras en Málaga
La incomprensible incapacidad que demostramos fuera de casa nos volvió a pasar factura en La Rosaleda, ante el Málaga. De nuevo se puso de manifiesto la esquizofrénica dualidad que siempre nos caracteriza. Una extraña irrealidad que nos transforma en un Doctor Jekyll o Mister Hyde, según convenga a los avatares de un destino bifurcado de mil y un caminos. Nunca ha sido de otra manera, no sé por qué me tengo que sorprender.
Noticias relacionadas
Es inexplicable que la solidez, casi siempre exenta de buen juego, que lucimos en el Vicente Calderón se transforme en endeblez y complejos en cuanto salimos de nuestro feudo. No vale escudarse en la mala suerte ni en el manido y ancestral infortunio. Ni tan siquiera en los errores arbitrales que casi siempre nos perjudican. Un equipo con fe en sus posibilidades, que cree en sí mismo, que sabe lo que quiere y a lo que juega, no puede darnos siempre dos caras tan dispares. Me dolió la humillante derrota ante el Málaga, como también antes la sufrida en El Sadar, casi al inicio de esta temporada, o la del Sánchez Pizjuán, en Copa del Rey, que a la postre supuso la eliminación de este torneo.
Pero lo que ya me desesperó del todo fue la tarjeta roja de Fernando Torres que nos deja desarmados ante el derby frente al Real Madrid, uno de los encuentros cruciales del campeonato liguero. Nuestro crack demostró su inmadurez y el entrenador de nuestro equipo la falta de reflejos que en muchas ocasiones le caracteriza.