Todo por nada
Se fue. Desapareció. Se borró del mapa de la popularidad, la masiva atención de los medios y el público y se fue sólo con su cámara a explorar. Guardó silencio durante años hasta que dejó que sus fotos y sus relatos volviesen a hablar por él. Walter Bonatti es una auténtica leyenda viva del alpinismo y la aventura por lo que ha logrado, pero sobre todo creo que lo es por lo que no ha hecho.
Formó parte de la expedición italiana que consiguió, en 1954, ser la primera de la historia en llegar a la cima del K2, la segunda montaña más alta de la Tierra. Fueron recibidos en su país como auténticos héroes nacionales. Bajo una montaña de agasajos, medallas y recompensas quedó enterrado un turbio episodio en el que se puso en duda la importancia del trabajo de Bonatti y el porteador Mahdi subiendo las botellas de oxígeno hasta las cercanías del último campo, por encima de ocho mil metros, donde Lacedelli y Compagnoni esperaban para realizar el ataque. No le dieron cobijo en su tienda y tuvo de pasar la noche al raso, lo que estuvo a punto de costarle la vida. Desde luego esa noche perdió la ingenuidad que sólo se tiene cuando eres muy joven. Sólo muchos años después se ha reconocido esa aportación crucial. Lo que para muchos hubiese sido el culmen de su vida, para Bonatti el K2 fue el punto de partida de una serie de enormes logros alpinísticos que no lograron, sin embargo, alejar de su figura la polémica (que él no alimentaba pero que no evitaba, argumentos en mano) como el tremendo accidente en el Mont Blanc en el que se quedaron algunos de sus mejores amigos.
Hasta que un día, harto de todo y de todos, decidió abandonar la primera línea del alpinismo, de los focos y la popularidad y vivir como él quería. Y con quien quería, porque, uno de esos azares benéficos del destino le unió con la bellísima actriz Rosanna Podestá y aún siguen compartiendo viajes y vida. Pero, sobre todo, decidió vivir como quería, en los espacios libres, abiertos y salvajes donde se dedicó a la exploración y la fotografía.
En las sucesivas ocasiones que he tenido la suerte de hablar largo y tendido con él, he percibido con fuerza el carácter templado y firme de un hombre que jamás se ha dejado cegar por otro brillo que no fuera el de la nieve de las cumbres y los atardeceres patagónicos. Estos días en los que el AS está ofreciéndonos la cara más sombría del deporte y de unos deportistas que se han perdido en la maraña de la búsqueda de una posible fama, el éxito a cualquier precio y una cuadrilla de parásitos sin escrúpulos, la figura de Bonatti se me ofrece aún más iluminadora. Alguien que es capaz de dar todo por contemplar un paisaje, por subir a una cima. Todo por vivir como él ha querido. Muchos de esos detestables parásitos dirán que todo por nada. Y seguirán dando pastillas para perros anémicos a chavales que persiguen una gloria que nunca alcanzarán.
Sebastián Álvaro es director del programa de TVE Al Filo de lo Imposible