Fútbol y solidaridad
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Espectáculo poliédrico y hermoso en el Calderón. En el césped brilló el fútbol bien entendido, el que suele escribirse con los parámetros del orden, la anticipación, la verticalidad, el juego por las bandas y la rapidez. En las gradas se escenificó un emocionante recuerdo a las víctimas del 11-M. Una afición doliente tenía que exteriorizar como nadie su dolor, pesar e indignación por el vil asesinato de tanto inocente. Se recordaron las vidas arrebatadas por el fanatismo. Muy especialmente las de Jorge y David, dos seguidores rojiblancos a los que la metralla segó su existencia mientras, seguramente, leían en las páginas deportivas de los periódicos todo lo relacionado con el vacilante estado de forma de su equipo antes de jugar en Anoeta.
La sinrazón ha dejado a esta afición huérfana de sus cánticos. Ya no nos reconfortará saber que también ellos compartirán nuestros futuros cabreos de los lunes. La barbarie les ha privado de ver un nuevo y bárbaro gol de Fernando Torres, que posibilitó un merecido triunfo ante el Betis. De presenciar uno de los mejores partidos de su irregular equipo en lo que va de temporada. De seguir soñando, cada vez con más fundamento, con el tan deseado regreso a Europa. Les han robado la posibilidad de ver los goles que vendrán, las angustias que se sucederán en el tiempo y las contadas alegrías que también habrán de llegar. Siempre: ¡aúpa Atleti! Queridos Jorge y David, os echaremos de menos.