Ciclismo | Milán-San Remo
Freire, ¡qué grande!
El cántabro ganó la Milán-San Remo superando a Zabel en el último metro.
Posiblemente el de ayer quedará en la historia como el día en que el ciclismo español dio un nuevo giro de tuerca. Como aquel 11 de octubre de 1999 en el que Óscar Freire nos enseñó en Verona que el Mundial no era una lotería y que los españoles también podían ganar.
En Italia, Bélgica y Holanda (por no apurar la lista) un tipo que haya ganado dos Mundiales y la Milán-San Remo sería visto como un héroe nacional. Y por supuesto su consideración estaría varios codos por encima de Beloki, y sus tres podios del Tour de Francia, y de Heras, y sus dos triunfos en la Vuelta a España.
Freire disipó ayer el último tabú que le quedaba al ciclismo español: las clásicas. Es el ariete que ha roto la muralla para que otros entren por el hueco. No se supo aprovechar cuando lo hizo Miguel Poblet (ganador de la Milán-San Remo en 1957 y 59) y los triunfos de Indurain y Etxabe en otras carreras quedaron en meras anécdotas. Esta vez no será así. Entre otras cosas porque el advenimiento el año próximo del UCI ProTour va a obligar a todos a tomarse más en serio las clásicas. Y porque la afición española, al igual que descubrió el Mundial, va a empezar a sentir el mismo entusiasmo por las clásicas que ya existe en Europa.
Freire llevaba ya tiempo rondando este triunfo. Fue tercero en 2000, quinto en 2002, séptimo en 2003. Esta vez Óscar estuvo más listo que nunca. Esta vez no atacó en el Poggio, ni en la Cipressa. Se mantuvo expectante en las dos subidas y esperó al sprint. Supo elegir bien la rueda a seguir: Erik Zabel, cuatro veces ganador de la Milán-San Remo (1997, 98, 00 y 01). El alemán seguía a su vez a Petacchi, a quien tres compañeros del Fassa Bortolo le hiceron el sprint para lanzarle a falta de 150 metros. Zabel le superó fácilmente, pero cuando Erik levantaba ya los brazos, apareció Freire como una exhalación, luchando hasta el último aliento. Y le superó.
Pero no sólo fue el triunfo de Freire. En esta Milán-San Remo se habló español. Tauler y el joven Barredo estuvieron con Portal y Dierckxsens en una fuga de casi 200 km que llegó a tener 17 minutos. Y al empezar la gran batalla en la Cipressa y el Poggio, en todos los ataques de los grandes capos (Bettini, Vinokourov, Dekker, Rebellin) siempre hubo un español: Astarloa, por tres veces, Vicioso, Pereiro, Samuel Sánchez... Los tiempos están cambiando.