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Conmoción por los atentados en Madrid | Real Madrid

Dolor y silencio en la plantilla del Madrid

Jugadores y empleados guardaron un minuto de duelo en el centro del campo

<b>CONDOLENCIA</B>. Los integrantes de la primera plantilla del Real Madrid muestran su condena al atentado y su apoyo a las víctimas.
MACARIO MUÑOZ

Hay un equipo de música en el vestuario del Real Madrid. Dicen que lo compró Guti, pero nadie lo recuerda bien. Sirve para animar las mañanas, para combatir el sueño, imposible dormirse con Estopa. Pero ayer, del viejo pasillo que conduce al vestuario de la vieja Ciudad Deportiva, no salía música, ni las risas típicas, ni las voces normales; sólo se escuchaba la voz asombrada de un locutor de radio.

Es habitual que el Real Madrid se entrene en la vieja Ciudad Deportiva el día después de un partido. Allí permanece el servicio médico y la piscina y allí se recuperan los futbolistas de los golpes recibidos. Esas instalaciones son casi lo único que permanece ahora que las máquinas excavadoras invaden los campos de entrenamiento, la imagen da un poco de pena.

A las once de la mañana comenzaron a presentarse los primeros jugadores, rutilantes coches y fantásticas gafas de sol, pero distintas sus caras, menos brillantes. Ya lo sabían. Hay muchos que llevan a sus hijos al colegio, tal vez sea esa su conexión más pura con el mundo, no están las madres para pedir autógrafos, las prisas, el niño que no llega; quizá sea el mejor momento, el único, para medir lo que ocurre en la calle, paz o drama.

Hay una televisión en el vestuario del Real Madrid, pero casi nunca se enciende. Ayer lo estaba. Cada futbolista que entraba en el vestuario se encontraba con ese panorama, todos sentados, absurdo decir buenos días, no lo eran, mejor callarse y escuchar como los demás.

Varios jugadores, la mayor parte de los extranjeros, llegaron hablando por sus teléfonos móviles, no hace falta entender, son palabras tranquilizadoras a los familiares que están lejos. En ese trance la voz de Beckham era todavía más suave, casi un susurro, toda su familia vino a ver el partido contra el Bayern y la cena en el Asador Donostiarra se alargó, durmieron poco, fácil imaginar el susto, no hay peor sobresalto que el móvil que suena demasiado temprano.

Zidane, acompañado de su hermano y su amigo Malik, repetía entre dientes: "Es un día muy triste, es un día muy triste". Otro de los galácticos se lamentaba, igualmente desconcertado: "Podía haber sido cualquiera de nosotros, quién sabe cuántas de las víctimas habrían asistido al partido contra el Bayern...". No hay una referencia más al equipo alemán, a la victoria épica, como si no hubiera existido.

De los titulares sólo Solari saltó al campo, trote suave, su rostro un poema. Poco después se anunció que se suspendía su conferencia de prensa, "hoy no es un día para hablar de fútbol"; se pospusieron también las entrevistas personales, igualmente la participación de Juanfran en un acto con niños que debía celebrarse en IFEMA; allí se había instalado un depósito para los cadáveres.

Acto seguido, la plantilla al completo, médicos y otros trabajadores caminaron hasta el centro del campo, en silencio, cabizbajos. Formaron un círculo y guardaron un minuto de silencio. No se encontraba en el grupo Ronaldo, que llegó un poco después porque estaba convocado una hora más tarde para tratar su rotura de fibras.

Es extraño no ver a Ronie sonreír: "Hoy no es un día feliz", dijo a su llegada. Cuando se marchó era igual de esquivo: "Estoy ilusionado con la Copa, pero hoy no puedo hablar de eso, tenéis que entenderlo, me voy a casa a ver la televisión".

A la una del mediodía los empleados del club se manifestaron frente a la puerta 50, las banderas de la fachada a media asta, Valdano, Butragueño, obreros, secretarias. Nadie escapó a las bombas.

Helicópteros a La Paz

Mientras los jugadores del Real Madrid que fueron titulares contra el Bayern Múnich el miércoles se entrenaban en el gimnasio y los que fueron suplentes saltaban al césped para ejercitarse, varios helicópteros que transportaban a heridos sobrevolaban las inmediaciones de la Ciudad Deportiva. El destino era el hospital de La Paz, colindante con las instalaciones madridistas. La presencia de los helicópteros no pasó desapercibida para los jugadores, que siguieron con sus miradas el destino de cada uno de ellos. También fue protagonista de la mañana el sonido de las ambulancias. Si habitualmente hay un constante ruido de sirenas que salen y entran del hospital, ayer se multiplicó con creces. No sólo eran las ambulancias. También los coches de la Policía y los efectivos del SAMUR se apresuraban con las víctimas del atentado (un total de 39) que fueron ingresadas en La Paz.