A la trampa de cabeza

Vale, vale, esto era un partido trampa, pero Manzano, majo, es que el Atlético se metió en ella de cabeza. ¡Qué partidito! Y no es que el Murcia no colaborase, no. Que salió sin ninguna convicción, con el autobús en el área y casi con bandera blanca. Al primer achuchón estaban dispuesto a sacarla y a borrarse: "Si nosotros casi somos de Segunda, no nos metáis en líos". Pero para eso el Atlético debería haber hecho algo, lo que sea, alguna jugadita, un tirito, algo de presión. Vamos, poner por lo menos cara de duro para asustar al colista. Pero el equipo no estaba para nada ni para nadie. Así que como el Atlético andaba con la empanada, al Murcia no le quedó más remedio que enseñar las garritas, o algo así, a lo que contribuyó mucho que Toshack sacara del ostracismo a su mejor jugador, Gancedo, al que tuvo en el banquillo casi hasta el fi nal del primer tiempo. Los entrenadores son así.

Total que el Murcia marcó de penalti y llegaron los nervios, las prisas. Ni orden ni concierto ni nadie con la cabeza en su sitio. Y Simeone corriendo a lo loco por todas partes. El final fue de puro sufrimiento en vena, un aquelarre auténtico, desbarajuste total. Y justo sonó la flauta cuando ya estaba a punto de pitar el árbitro y Nano, el mejor del Atlético, cazó un zapatazo y el puntito. Y gracias. Pero fue un desastre.