Yo digo José Ribagorda

Torres lo es todo

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El lógicamente lo niega, no quiere poner en entredicho a sus compañeros, pero las evidencias no engañan nunca y únicamente hay que remitirse a los hechos. Torres pone los goles y el virtuosismo. Sólo él nos recuerda que un día fuimos grandes y mantiene viva la esperanza de jugar en Europa, aunque sea por la puerta de atrás. Sin su estética y ciclópea aportación, el juego del equipo no es nada más que una escueta, ramplona e inconexa suma de voluntades. Inventa jugadas, no se arruga nunca y consigue siempre el gol más preciosista, el que a la postre sirve, en casi todas las ocasiones, para sumar los tres puntos. Sin él lucharíamos por evitar el descenso.

Seguramente reniegue de tanto halago y rehuya a los aduladores. Algo que le honra. En todas y cada una de sus declaraciones rinde pleitesía a la humildad y reivindica siempre el trabajo de equipo. Son palabras que hablan por sí solas de una personalidad sencilla que deplora las estridencias que siempre vienen de la mano de la arrogancia y el engreimiento. A mí me gustaría hablar de las excelencias de un formidable bloque en el que todos cumplen a la perfección su cometido, pero cada jornada la realidad me obliga a reconocer que el único que cumple siempre es el mismo. Es de esperar que pronto todos, o al menos la mayoría, estén a la altura de su inmensa figura deportiva.

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