Yo Digo Vicente Carreño

El gordo que fue un rey

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En 1974, hace 30 años, cuando Muhammad Ali gritaba y reivindicaba el poder negro, George Foreman era un coloso con pegada explosiva, un tipo con músculos hasta en las pestañas que había tirado seis veces a un acorazado como Joe Frazier. Daba miedo mirarle. Sólo el mejor y más sabio Ali pudo acabar con Big George. Entonces sí, los dos fueron reyes, los más grandes. Después Foreman, abatido y cansado, se hizo predicador. Y desde el púlpito predicaba el amor, la paz y no la violencia. Hasta que le llenaron de dólares para reaparecer. Ya no era un coloso, sino un gordo grandullón con piernas como columnas. Con 45 años, hace diez, volvió a inscribir su nombre en la lista de campeones del mundo de los pesos pesados, el más viejo de toda la historia. En 1997 decidió retirarse.

Ahora Don King le ha puesto encima de la mesa otro cheque irresistible de 20 millones de dólares. Demasiado dinero. Y ahí le tienen, con 55 años y dispuesto a combatir para conmemorar los 30 años de la batalla de Kinshasha. No tiene sentido. La magia en Zaire la puso un maravilloso Ali y es irrepetible. El viejo George haría mejor en no empañar su pasado. Fue un rey, pero ahora es un gordo comedor de hamburguesas, que no está para pelear con nadie sino para jugar con sus nietos.

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