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Nacimiento difícil

En 1926 se aprobó el profesionalismo del fútbol español. Los clubes necesitaban ingresos para pagar los sueldos de sus jugadores y lo más adecuado era crear una Liga como la que ya existía en Inglaterra. Ello además permitiría ampliar la temporada que hasta entonces estaba formada por los campeonatos regionales y el campeonato de España (la Copa). En esta última, el azar del sorteo o una mala tarde podía hacer que uno de los clubes históricos finalizase su temporada oficial en pleno mes de febrero o marzo. Todos los clubes querían la Liga, pero no de la misma forma.

Los equipos grandes querían un campeonato con pocos equipos que garantizasen buenas recaudaciones y a poder ser con escasos y cómodos desplazamientos. Eso de ir a Galicia era una larga aventura. Por ello se desató una guerra donde hubo de todo. Compra de votos, proclamación de directivos vetados por los rivales, componendas de todo tipo y una real amenaza de que el fútbol español se separase en dos organizaciones enemigas. Al final se impuso el buen sentido gracias a la mediación regia de Alfonso XIII y pudo echar a andar una competición que poco a poco ganó el interés del público hasta dejar pequeños los aforos de los estadios. Hoy goza de una vitalidad y expectación extraordinarios.