No valen milongas

Me sentaré en la butaca sabiendo que hay partido de verdad. Sin rivalidad, sin piques, el fútbol sería una porquería. Si yo fuese el árbitro de esta noche estaría tranquilo porque, cuando se habla tanto de ellos, suelen pasar inadvertidos. Si fuera Alfaro, también. Se ha ganado su fama de leñero pero también de tiarrón noble y listo. Sabe que hoy no es el día de entretenerse con el trasero de Ronaldo, y si lo hace conoce los riesgos.

Tenemos el precedente de Liga también para especular. En el 4-1, el Madrid jugó como una banda y el Sevilla como juega siempre, ordenado, al límite del reglamento y aprovechando el factor campo. Hoy, además del escenario, cambian otras cosas. Queiroz ve por fin que los once chutan para el mismo lado, ve también que Guti es el eslabón que le faltaba y comprueba que Zidane y Ronaldo marcan diferencias que entonces no marcaban. Pero ni eso ni un tubo de aspirinas acabarán con sus dolores de cabeza hoy. Porque el Sevilla es eso, un permanente dolor de cabeza. Conclusión: lo dicho al principio, que hay partido.