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Valentía no es temeridad

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Tengo los huevos como un toro”. Así explica Burgos su absurda cadena de errores que acabó en ridículo en el Pizjuán. En otras ocasiones, el Mono, que es un gran tipo, hubiera provocado carcajadas. Esta vez no tiene ni pizca de gracia. Excepto para los aficionados del Sevilla, claro. Normalmente, me gusta el toque lúdico que Burgos le da al fútbol, pero esta vez ha patinado. El Atlético es un club centenario, que tiene una imagen y no puede parecer el siempre humillado sparring de los Harlem Globetrotters.

Me temo que en esta ocasión el Mono ha confundido valentía con temeridad. Valiente era, pese a que te estés jugando la renovación y hayas perdido la titularidad, decir: ‘Míster, estoy lesionado’. Y si, por lo que sea, decides salir al campo, valiente es reconocer tus errores: ‘La pifié, lo siento’. Y ya está. Nada de tirar fuera los balones que no lograste despejar en el campo y cargar la responsabilidad al entrenador. Eso es cobarde.

Pero Manzano tampoco está libre de toda culpa en el naufragio copero. Este Atlético tiene dos jugadores desequilibrantes. Uno, Torres, tiene 19 años. El otro, Ibagaza, ha estado meses sin jugar. ¿Qué descanso necesitan? Sentar a los dos a la vez se antoja casi irresponsable. Como lo de seguir dando oportunidades a Simeone, que ya no está para jugar en el Atlético. Al Cholo y al Mono se les debe el máximo respeto, pero ya sólo les queda el carácter. Manzano no debe permitir que el peso de estos nombres empañe su trabajo, hasta ahora, ejemplar.