Valerao y Luquinho

Primera | Deportivo 4 - Zaragoza 1

Valerao y Luquinho

Valerao y Luquinho

JESÚS SANCHO

El canario y el catalán destrozan al Zaragoza y a Flores en un gran partido. Tristán, con dos goles, apuntilló a los maños

La goleada como terapia. El resultadismo nunca es consejero fiable. Y menos en A Coruña, donde el Deportivo ha crecido manteniendo que el tanteador es la consecuencia del juego y no el fi n que justifi ca los medios. Pero Jabo, o su equipo, uno no sabe donde empieza uno y acaba el otro, saben que el mejor bálsamo para atemperar a Riazor son los goles. Eso sí, con los años, el Deportivo ha perdido atrevimiento y sutileza. Con Makaay se habituó a vivir de las diagonales. Y últimamente, le preocupa más tapar sus vergüenzas que desnudar las de los rivales, algo lícito en un equipo de incontables recursos ofensivos. Ayer, el técnico deportivista prefi rió pulmones, los de Duscher y Mauro, al toque, el de Sergio. Aplastar a diseccionar. De salida, el Zaragoza se encontró con un gol rápido, tras una mala salida de Molina. Generelo la cazó, Valerón no pudo rebañarlo a tiempo y el par tido se trasladó a las inmediaciones de Láinez. Esto lo agradeció infi nitamente Diego Tristán, un nueve de área. El trabajo se multiplicó para la zaga del visitante, ayer el Peñarol del Ebro. Valerón (dos palos), Luque, Duscher... Así hasta que Tristán pescó un pase de Luque, tres goles y dos asistencias (y otras dos NBA, de esas que son, pero no acaban en la red) en el 2004. El empate aligeró la carga a los locales, que racionaron sus acometidas. Los de Flores, por su parte, siguieron explotando su dinámico ataque, formado por bulliciosos mediapuntas tan rápidos como livianos. Un tanto de Galletti en fuera de juego, tras disparo en jugada ensayada de Savio, con monumental fallo defensivo, fue anulado justamente por Muñiz. Superada la fase de tremendismo ofensivo local, el juego se templó y los maños equilibraron la balanza. El primer tiempo atardeció en las botas de Luque. Primero regaló otra asistencia a Tristán, a quien aún le faltan kilómetros de rodaje, que Víctor mandó al palo, y después probó a Láinez en un mano a mano. Zafarrancho de gol. La reanudación comenzó con malas noticias para los de Flores. En un córner, Valerón madrugó el primer palo a Corona y marcó de testarazo. El gol no cambió demasiado la decoración del partido porque el Deportivo juega mejor con el balón que con el resultado y el Zaragoza alinea uno de esos dobles pivotes diesel que sólo juega con las luces de cruce. Flores movió fi cha, que no pieza. Delantero por delantero y enganche por enganche. Los locales no se podían resistir ante los espacios de la zaga visitante y los maños no se debían resistir ante las urgencias clasifi catorias. El goteo de ocasiones no cesó: Savio,Tristán, Luque, César, Víctor, César... Valerao y Luquinho, los galácticos de Riazor, desmontaban una y otra vez la zaga visitante. Algo que agradecía Tristán. Así, en el 75, Luque retó a Álvaro al enésimo sprint, le mostró la matrícula al brasileño y sir vió a Tristán, que la cabeceó dentro. Riazor se escoraba a babor, con Luque, y el Zaragoza hacía agua por popa. En estas, Irureta relevó a un gran Duscher por Sergio y a Tristán (tres goles en dos partidos) por Pandiani, que lo primero que hizo fue devolver una pared a Sergio con la que éste apuntilló, en fuera de juego, al Zaragoza. El Depor sació su gula con un atracón de goles, mientras que el Zaragoza prolonga su hambruna. Mal pintan las cosas para Flores...