Las cositas de Tristán
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Se pasa meses sin hablar con nadie y, cuando lo hace, es para pegarle la charla a su entrenador. No es titular y, cuando Irureta le pide que caliente, se sienta en el banquillo. Es así y hay que aceptarlo. Pero con Tristán siempre pensaremos que es mucho más de lo que dice su historial. El problema es que pasan las temporadas y no rompe. Igual ese momento le llegó en el pasado Mundial. Venía de ser el máximo goleador y Camacho decidió que fuera titular. El tobillo le falló, se perdió lo mejor de Corea. Luego, ya es sabido: bronca con la prensa local por sus presuntas salidas, bronca con su entrenador por sus suplencias y la tristeza en su rostro, lo peor que le puede pasar a un goleador que viene del sur y siente el fútbol de forma especial.
Posiblemente el otro momento culminante fue su fichaje frustrado por el Madrid. Unos informes extra deportivos le marginaron y eso frenó su proyección. Pese a todo, me gustaría verle diez partidos seguidos como titular. Igual cambiaba todo de un plumazo. Está ante su última oportunidad para demostrar que debe ser el acompañante de Raúl en la Selección, el complemento de Luque en su equipo y el jugador que le de al Depor el plus necesario para lograr los títulos que acaricia cada año. El cambio está en sus manos pero también en las de quienes le dirigen. A Tristán hay que dejarle suelto.
