Asignaturas pendientes
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Presión, presión y presión. Quiten a los porteros y a algún exquisito más, y el resto a cerrar espacios, a cruzarse en el camino y a no dejar jugar. ¿Las porterías? Bien, gracias, bonito adorno. Zaragoza y Atlético cayeron en el mismo pecado: no mirar al marco contrario. En el Atlético estamos otra vez como al principio: el Niño, en punta muy solo, a lo que salga. Y Milito y Álvaro, dos buenos defensas, atentos a frenar sus arrancadas. Todos se lo han aprendido ya: el peligro de este Atlético está en las botas de Torres. En La Romareda volvimos a echar de menos al gladiador Nikolaidis. Con su ausencia hemos descubierto que es la pareja perfecta para que el Niño Torres pueda demostrar todas sus virtudes goleadores.
En el medio campo del Atlético, además, ayer faltó imaginación. El gran Ibagaza estuvo nublado, no acaba de agarrar la manija del equipo, aunque todos le buscan desesperadamente. El Caño no encuentra la chispa que le convierte en un jugador decisivo. Y le seguimos esperando, porque ese genio de Ibagaza es el que necesita este equipo si de verdad aspira a meterse en puestos de Champions. Porque Simeone aporta lo que tiene: casta, entrega y lucha, y a por ellos como sea, de cualquier manera. Ayer sólo Novo estuvo lucido a la hora de buscar el último pase. A Jorge, Manzano nos lo ha dejado para el último tercio y a Movilla le tiene desterrado sin motivo. Hay asignaturas a resolver.